domingo, 30 de junio de 2013

Pedro y Pablo derramaron su sangre por la fe

VATICANO, 29 Jun. 13 / 09:50 am


Al presidir el rezo del Ángelus, ante los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco señaló que “es siempre y sólo el amor de Cristo el que genera la fe y el que impulsa hacia adelante a la Iglesia”.

El Santo Padre indicó que “hoy, 29 de junio, es la fiesta solemne de los Santos Pedro y Pablo. De modo especial es la fiesta de la Iglesia de Roma, fundada sobre el martirio de estos dos Apóstoles. Pero también es una gran fiesta para la Iglesia Universal, porque todo el Pueblo de Dios es deudor de ellos por el don de su fe”.

Pedro fue el primero en confesar que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Pablo difundió este anuncio en el mundo greco-romano. Y la Providencia quiso que los dos llegaran aquí a Roma y que aquí derramaran su sangre por la fe”.

Francisco señaló que “por esta razón, la Iglesia de Roma se convirtió, inmediata y espontáneamente, en el punto de referencia para todas las Iglesias esparcidas en el mundo. ¡No por el poder del Imperio, sino por la fuerza del martirio, del testimonio dado a Cristo!”.

“Pensemos en Pedro. Cuando confesó su fe en Jesús, no lo hizo por sus capacidades humanas, sino porque había sido conquistado por la gracia que Jesús esparcía, por el amor que sentía en sus palabras y que veía en sus gestos: ¡Jesús era el amor de Dios en persona!”.

El Santo Padre dijo que “lo mismo sucedió a Pablo, si bien de modo diverso. Pablo de joven era enemigo de los cristianos, y cuando Cristo Resucitado lo llamó en el camino de Damasco su vida fue transformada: ¡Comprendió que Jesús no estaba muerto, sino vivo, y que lo amaba también a él, que era su enemigo!”.

“He aquí la experiencia de la misericordia, del perdón de Dios en Jesucristo: esta es la Buena Noticia, el Evangelio que Pedro y Pablo han experimentado en sí mismos y por el cual han dado su vida. Misericordia, perdón; el Señor siempre nos perdona, el Señor tiene misericordia, es misericordioso, tiene un corazón misericordioso y nos espera siempre”.

El Papa exclamó “¡qué alegría creer en un Dios que es todo amor, todo gracia! Esta es la fe que Pedro y Pablo han recibido de Cristo y han transmitido a la Iglesia”.

“Alabemos al Señor por estos dos gloriosos testigos, y como ellos, dejémonos conquistar por Cristo. Por la misericordia de Cristo”.

“Recordemos también que Simón Pedro tenía un hermano, Andrés, que compartió con él la experiencia de la fe en Jesús. Es más, Andrés encontró a Jesús antes que Simón, e inmediatamente le habló a su hermano y lo llevó a Jesús”.

El Papa señaló que “me agrada recordarlo también porque hoy, según la bella tradición, está presente en Roma la Delegación del Patriarcado de Constantinopla, que tiene como Patrono precisamente al Apóstol Andrés. Todos juntos enviamos nuestro saludo cordial al Patriarca Bartolomé I y rezamos por él y por esa Iglesia”.

“Oremos también por los Arzobispos Metropolitanos de diversas Iglesias en el mundo a los cuales acabo de entregarles el Palio, símbolo de comunión y unidad”.

“Que nos acompañe y nos sostenga a todos nuestra Madre amada, María Santísima”, concluyó.

(ACI/EWTN Noticias)

viernes, 28 de junio de 2013

El Señor es paciente con nosotros

VATICANO, 28 Jun. 13 / 10:20 am.
 


Al celebrar hoy la Misa en la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco subrayó la importancia de ser pacientes al esperar a Dios, pues “el Señor escoge siempre su modo de entrar en nuestra vida”.

El Santo Padre señaló que muchas veces el Señor entra en nuestra vida “tan lentamente, que caemos un poco en el riesgo de perder la paciencia: ‘Pero Señor, ¿cuándo?’ Y rezamos, rezamos… Y no llega su intervención en nuestra vida”.

“Otras veces, cuando pensamos en aquello que el Señor nos ha prometido, que es tan grande, somos un poco incrédulos, un poco escépticos y como Abraham, un poco a escondidas, reímos… La Primera Lectura dice que Abraham agachándose, se puso a reír”.

El Papa señaló que Abraham tenía “un poco de escepticismo, ‘¿Acaso le va a nacer un hijo a un hombre de cien años? ¿Y puede Sara, a sus noventa años, dar a luz?’”.

Cuando el Señor viene, no siempre lo hace de la misma forma. No existe un protocolo de acción de Dios en nuestra vida”, pero lo hace siempre.
Francisco subrayó que “siempre existe este encuentro entre nosotros y el Señor”.

Muchas veces, cuando el Señor no viene, “no hace el milagro y no hace aquello que queremos que Él haga, nos volvemos impacientes o escépticos”.

“Pero no lo hace, a los escépticos no puede hacerlo. El Señor toma su tiempo. Pero también Él, en esta relación con nosotros, tiene tanta paciencia. No sólo nosotros debemos tener paciencia: ¡Él la tiene! ¡Él nos espera! Y nos espera ¡hasta el final de la vida!”.

El Papa indicó el ejemplo del buen ladrón (*), quien “precisamente al final, reconoció a Dios. El Señor camina con nosotros, pero tantas veces no se deja ver, como en el caso de los discípulos de Emaús”.

“El Señor está comprometido en nuestra vida, ¡esto es seguro!, pero tantas veces no lo vemos. Esto nos pide paciencia. Pero el Señor que camina con nosotros, Él también tiene tanta paciencia con nosotros”.

Algunas veces en la vida, dijo el Papa, “las cosas se vuelven tan oscuras, hay tanta oscuridad, que tenemos ganas, si estamos en dificultad, de bajar de la Cruz”.

Este, indicó, “es el momento preciso: la noche es más oscura, cuando la aurora está cerca. Y siempre cuando nos bajamos de la Cruz, lo hacemos cinco minutos antes que llegue la liberación, en el momento de la impaciencia más grande”.

Jesús, sobre la Cruz, escuchaba que lo desafiaban: ‘¡Baja!, ¡Baja! ¡Ven!’. Paciencia hasta el final, porque Él tiene paciencia con nosotros. Él entra siempre, Él está comprometido con nosotros, pero lo hace a su manera y cuando Él piensa que es mejor”.

El Señor, señaló el Santo Padre, “sólo nos dice aquello que dijo a Abraham: ‘Camina en mi presencia y sé perfecto’, sé irreprensible, es la palabra justa. Camina en mi presencia y trata de ser irreprensible”.

“Éste es el camino con el Señor y Él interviene, pero debemos esperar, esperar el momento, caminando siempre en su presencia y tratando de ser irreprensibles. Pidamos esta gracia al Señor: caminar siempre en su presencia, tratando de ser irreprensibles”, concluyó.

(ACI/EWTN Noticias)


(*) 
"Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!»
Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena?
Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.»
Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.»
Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.»"  
(Lc 23, 39-43)

jueves, 27 de junio de 2013

Cristo es la roca donde se apoya su Iglesia

VATICANO, 27 Jun. 13 / 11:43 am

 

En su homilía de la Misa que presidió en la capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco exhortó a no caer en la tentación de ser cristianos sin Cristo, no ser cristianos "líquidos" que fundan su vida sobre la arena y no sobre la roca que es Jesús, ni ser cristianos demasiado rígidos que olvidan la alegría.

Rígidos y tristes o alegres pero sin tener idea de la alegría cristiana. Son dos "casas", en cierto modo, opuestas, en las que viven dos categorías de creyentes y que en ambos casos tienen un defecto grave: se fundan en un cristianismo hecho de palabras y no se basan en la "roca" de la Palabra de Cristo. El Papa Francisco hizo esta descripción al comentar el Evangelio de Mateo, concretamente el conocido pasaje de las casas construidas sobre arena o roca.

"En la historia de la Iglesia ha habido dos clases de cristianos: los cristianos de las palabras –esos de 'Señor, Señor, Señor’– y los cristianos de la acción, en verdad. Siempre ha existido la tentación de vivir nuestro cristianismo fuera de la roca que es Cristo. El único que nos da la libertad para decir ‘Padre’ a Dios es Cristo, la roca. Es el único que nos sostiene en los momentos difíciles, ¿no? Como dice Jesús: cae la lluvia, desbordan los ríos, soplan los vientos, pero cuando está la roca está la seguridad, cuando son las palabras, las palabras vuelan, no sirven. Pero es la tentación de estos cristianos de palabras, de un cristianismo sin Jesús, un cristianismo sin Cristo. Y esto sucedió y sucede hoy en la Iglesia: ser cristianos sin Cristo".

El Papa analizó más de cerca a estos "cristianos de palabras", revelando sus características específicas. Existe un primer tipo –definido "gnóstico"– "que en lugar de amar la roca, ama las bellas palabras" y por tanto, vive flotando sobre la superficie de la vida cristiana. Y después está el otro tipo que Francisco llamó "pelagiano", el cual tiene un estilo de vida serio y almidonado. Cristianos, ironizó el Papa, que "miran el piso".

"Y esta tentación hoy existe. Cristianos superficiales que creen sí en Dios, en Cristo, pero demasiado ‘difuso’: no es el Jesucristo que da el fundamento. Son los gnósticos modernos. La tentación del gnosticismo. Un cristianismo ‘líquido’. Por otra parte, están los que creen que la vida cristiana se debe tomar tan seriamente que terminan por confundir solidez, firmeza, con rigidez. ¡Son los rígidos! Estos piensan que para ser cristiano es necesario estar de luto, siempre".

El Santo Padre dijo luego que de este tipo de cristianos "hay tantos". Pero precisó que "no son cristianos, sino que se disfrazan de cristianos". "No saben –insistió– qué es el Señor, no saben qué es la roca, no tienen la libertad de los cristianos. Y, para decirlo de modo sencillo, no tienen alegría":
"Los primeros tienen cierta ‘alegría’ superficial. Los otros viven en un continuo velatorio, pero no saben qué cosa es la alegría cristiana. No saben gozarse la vida que Jesús nos da, porque no saben hablar con Jesús. No se sienten sobre Jesús, con esa firmeza que da la presencia de Jesús. Y no sólo no tienen alegría: no tienen libertad".

El Papa dijo para concluir que "estos son esclavos de la superficialidad, de esta vida difusa, y éstos son esclavos de la rigidez, no son libres. En su vida, el Espíritu Santo no encuentra lugar. ¡Es el Espíritu el que nos da la libertad! El Señor nos invita hoy a construir nuestra vida cristiana sobre Él, la roca, el que nos da la libertad, el que nos envía el Espíritu, el que te hace ir hacia delante con la alegría, en su camino, en sus propuestas".

(ACI/EWTN Noticias)


"Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es
semejante: Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada.

Pero el que haya oído y no haya puesto en práctica, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompió el torrente y al instante se desplomó y fue grande la ruina de aquella casa."
(Lc 6, 47-49)

miércoles, 26 de junio de 2013

Ninguno es cristiano por casualidad

VATICANO, 25 Jun. 13 / 10:47 am.

 

Ser cristiano es una llamada de amor, una llamada a convertirse en hijos de Dios y nadie lo es "por pura casualidad", lo dijo hoy el Papa Francisco en la Misa en la Casa de Santa Marta. El Santo Padre enfatizó que la certeza del cristiano es que el Señor jamás abandona y pide seguir adelante en medio de las dificultades.

El Papa Francisco centró su homilía en la Primera Lectura, tomada del Libro del Génesis, donde se narra sobre la discusión entre Abraham y Lot por la repartición de la tierra. "Cuando leo esto pienso en Oriente Medio y pido mucho al Señor para que nos dé a todos la sabiduría, esta sabiduría – no discutamos, yo voy por esta parte, tú por la otra … - por la paz".

Abraham, resaltó Francisco, "continúa caminando". "Él dejó su tierra para ir, no sabía dónde, pero donde el Señor le dirá". Sigue caminando, entonces, porque cree en la Palabra de Dios que "lo había invitado a salir de su tierra". Este hombre, quizás nonagenario, mira la tierra que le indica el Señor y cree.

"Abraham parte de su tierra con una promesa: todo su camino es ir hacia esta promesa. Y su recorrido es también un modelo de nuestro recorrido. Dios llama a Abraham, una persona, y de esta persona hace un pueblo. Si vamos al Libro del Génesis, al inicio, a la Creación, podemos encontrar que Dios crea las estrellas, crea las plantas, crea los animales, crea las, los, las, los… Pero crea al hombre: el singular, uno".

"A nosotros Dios siempre nos habla en singular, porque nos ha creado a su imagen y semejanza. Y Dios nos habla en singular. Ha hablado a Abraham y le dio una promesa y lo invitó a salir de su tierra. Nosotros cristianos hemos sido llamados en singular: ¡ninguno de nosotros es cristiano por pura casualidad! ¡Ninguno!".

Existe una llamada "con nombre, con una promesa", dijo el Papa: "¡Ve adelante, Yo estoy contigo! Yo camino junto a ti". Y esto, continuó, lo sabía Jesús: "también en los momentos más difíciles se dirige al Padre":
"Dios nos acompaña, Dios nos llama por nombre, Dios nos promete una descendencia. Y esto es un poco la seguridad del cristiano. No es una casualidad, ¡es una llamada! Una llamada que nos hace ir hacia adelante. Ser cristiano es una llamada de amor, de amistad; una llamada a convertirme en hijo de Dios, hermano de Jesús; a volverme fecundo en la transmisión a los otros de esta llamada; a convertirme en instrumento de esta llamada. Hay tantos problemas, tantos problemas; hay momentos difíciles: ¡Jesús pasó tantos! Pero siempre con aquella seguridad: ‘El Señor me ha llamado. El Señor es como yo. El Señor me ha prometido’".

El Señor, reiteró el Papa, "es fiel, porque Èl jamás puede renegar de sí mismo: Es la fidelidad". Y pensando en este pasaje donde Abraham "es ungido padre, por primera vez, padre de los pueblos, pensamos también en nosotros que hemos sido ungidos en el Bautismo y pensamos a nuestra vida cristiana":
"Alguno dirá ‘Padre, soy pecador’… Pero todos lo somos. Eso se sabe. El problema es: pecadores, id adelante con el Señor, id adelante con aquella promesa que nos ha hecho, con aquella promesa de fecundidad y decir a los demás, contar a los otros que el Señor está con nosotros, que el Señor nos ha elegido y que Él no nos deja solos, ¡jamás! Aquella certeza del cristiano nos hará bien".

Para concluir el Papa hizo votos para "que el Señor nos dé, a todos nosotros, este deseo de ir adelante, que tuvo Abraham, en medio a los problemas; pero ir adelante, con aquella seguridad de saber que Él me ha llamado, que me ha prometido tantas cosas bellas ¡está conmigo!".

(ACI/EWTN Noticias)

lunes, 24 de junio de 2013

San Juan Bautista como modelo para la Iglesia

VATICANO, 24 Jun. 13 / 09:59 am.

 
 San Juan Bautista (Tiziano)

El día en que la Iglesia celebra el nacimiento de San Juan Bautista, el papa Francisco inició su homilía -este lunes, en la misa celebrada en la Casa Santa Marta-, felicitando a todos los que llevan el nombre de Juan.

La figura de Juan el Bautista, dijo el Papa, no siempre es fácil de entender. "Cuando pensamos en su vida, él es un profeta", un "gran hombre que luego termina como un hombre pobre". ¿Quién es por lo tanto Juan? Él mismo, añadió, lo explica: "Yo soy una voz, una voz en el desierto", pero "es una voz sin la Palabra, porque la Palabra no es Él, es Otro".

He aquí, pues lo que es el misterio de Juan: "Nunca se apodera de la Palabra", Juan "es el que significa, el que señala". El "sentido de la vida de Juan es indicar a otro". Francisco confió cómo le llama la atención que la "Iglesia elija para la fiesta de Juan", un periodo en que los días son los más largos del año, "que tienen más luz".

Y realmente Juan "era el hombre de la luz, llevaba la luz, pero no era su propia luz, era una luz reflejada". Juan es "como una luna", y cuando Jesús comenzó a predicar, la luz de Juan "comenzó a declinar". "Voz, no Palabra –afirmó-, luz, pero no propia":
"Juan parece ser nada. Esa es la vocación de Juan: desaparecer. Y cuando contemplamos la vida de este hombre, tan grande, tan poderoso -todos creían que él era el Mesías-, cuando contemplamos esta vida, cómo desaparecía hasta llegar a la oscuridad de una prisión, contemplamos un gran misterio. No sabemos cómo fueron los últimos días de Juan. No lo sabemos. Sólo sabemos que fue asesinado, su cabeza en una bandeja, como el gran regalo de una bailarina a una adúltera. Creo que no se puede ir más abajo, desaparecer… Ese fue el final de Juan".

En la cárcel, continuó el Santo Padre, Juan tiene dudas, tenía una angustia y había llamado a sus discípulos para que vayan a Jesús a preguntarle: "¿Eres Tú, o debemos esperar a otro?". Este fue "justamente la oscuridad, el dolor de su vida". Ni siquiera de esto "se salvó Juan", continuó el Papa: "la figura de Juan me hace pensar mucho en la Iglesia":
"La Iglesia existe para anunciar, para ser la voz de la Palabra, de su esposo, que es la Palabra. Y la Iglesia existe para anunciar esta Palabra hasta el martirio. Martirio precisamente en las manos de los soberbios, de los más soberbios de la Tierra. Juan podía volverse importante, podía decir algo acerca de sí mismo. ‘Pero yo nunca cuento’ sino solamente esto: indicaba, se sentía la voz, no la Palabra. Es el secreto de Juan. ¿Por qué Juan es santo y sin pecado? Porque nunca tomó una verdad como propia. No quiso volverse un ideólogo. Es el hombre que se negó a sí mismo, para que la Palabra crezca. Y nosotros, como Iglesia, podemos pedir hoy la gracia de no convertirnos en una Iglesia ideologizada...".

La Iglesia, añadió, debe escuchar la Palabra de Jesús y hacerse su voz, proclamarla con coraje. "Esta es una Iglesia sin ideologías, sin vida propia: la Iglesia que es el mysterium lunae, que tiene la luz de su Esposo y debe disminuir, para que Él crezca".

"Este es el modelo que Juan nos ofrece hoy, para nosotros y para la Iglesia. Una Iglesia que esté siempre al servicio de la Palabra. Una Iglesia que nunca tome nada para sí misma. Hoy en la oración hemos pedido la gracia de la alegría, le hemos pedido al Señor animar esta Iglesia en el servicio a la Palabra, de ser la voz de esta Palabra, predicar esta Palabra".

"Pidamos la gracia de imitar a Juan, sin ideas propias, sin un Evangelio tomado como propiedad, sino solamente una Iglesia-voz que señala la Palabra, y esto hasta el martirio".

(ACI/EWTN Noticias)

domingo, 23 de junio de 2013

Quien pierda su vida por mí, ése la salvará

VATICANO, 23 Jun. 13 / 10:14 am.


En sus palabras previas al rezo del Ángelus, ante los miles de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco exhortó a “‘perder la vida’ por Cristo, cumpliendo el propio deber con amor”.

El Santo Padre señaló que “en el Evangelio de este domingo resuena una de las palabras más incisivas de Jesús: ‘Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará’”.

“Aquí hay una síntesis del mensaje de Cristo, y está expresada con una paradoja muy eficaz, que nos hace conocer su modo de hablar, casi nos hace sentir su voz”.

El Papa explicó que “perder la vida por causa de Jesús” puede “suceder de dos maneras explícitamente confesando la fe, o implícitamente defendiendo la verdad”.

Los mártires son el máximo ejemplo del perder la vida por Cristo. En dos mil años son una fila inmensa de hombres y mujeres que han sacrificado su vida por permanecer fieles a Jesucristo y a su Evangelio. Y hoy, en muchas partes del mundo son tantos, tantos, más que en los primeros siglos, tantos mártires que dan su vida por Cristo”.

Francisco remarcó que “esta es nuestra Iglesia, hoy tenemos más mártires que en los primeros siglos. Pero también está el martirio cotidiano, que no comporta la muerte pero que también es un ‘perder la vida’ por Cristo, cumpliendo el propio deber con amor, según la lógica de Jesús, la lógica de la donación, del sacrificio”.

“Pensemos: ¡cuántos papás y mamás cada día ponen en práctica su fe ofreciendo concretamente su propia vida por el bien de la familia! Pensemos en esto. ¡Cuántos sacerdotes, religiosos y religiosas desarrollan con generosidad su servicio por el Reino de Dios! ¡Cuántos jóvenes renuncian a sus propios intereses para dedicarse a los niños, a los minusválidos, a los ancianos…! ¡También estos son mártires, mártires cotidianos, mártires de la cotidianidad!”.

El Santo Padre recordó que “hay tantas personas, cristianos y no cristianos, que “pierden su propia vida’ por la verdad. Y Cristo ha dicho ‘yo soy la verdad’, por tanto, quien sirve a la verdad sirve a Cristo”.

“Una de estas personas, que ha dado su vida por la verdad es Juan el Bautista: precisamente mañana, 24 de junio, es su fiesta grande, la solemnidad de su nacimiento”.

El Papa indicó que “Juan fue elegido por Dios para ir delante de Jesús a preparar su camino, y lo indicó al pueblo de Israel como el Mesías, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Juan se consagró completamente a Dios y a su enviado, Jesús. Pero al final, ¿qué sucedió?, murió por causa de la verdad, cuando denunció el adulterio del rey Herodes y de Herodías”.

¡Cuántas personas pagan a caro precio el compromiso por la verdad! ¡Cuántos hombres rectos prefieren ir contracorriente, con tal de no renegar la voz de la conciencia, la voz de la verdad!”.

Francisco también pidió a los jóvenes que “no tengan miedo de ir contracorriente”.

“Cuando te quieren robar la esperanza, cuando te proponen estos valores que son valores descompuestos, valores como la comida descompuesta, cuando un alimento está mal nos hace mal. Estos valores nos hacen mal por eso debemos ir contracorriente”.

“Y ustedes jóvenes son los primeros que deben ir contracorriente. Y tener esta dignidad de ir precisamente contracorriente. ¡Adelante, sean valientes y vayan contracorriente! Y estén orgullosos de hacerlo”.

El Papa exhortó a los fieles a recibir “con alegría esta palabra de Jesús. Es una regla de vida propuesta a todos. Y que san Juan Bautista nos ayude a ponerla en práctica”.

“Por este camino nos precede, como siempre, nuestra Madre, María Santísima: ella perdió su vida por Jesús, hasta la Cruz, y la recibió en plenitud, con toda la luz y la belleza de la Resurrección. Que María nos ayude a hacer cada vez más nuestra la lógica del Evangelio”, concluyó.

(ACI/EWTN Noticias)

"Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará."
(Lc 9, 24)

viernes, 21 de junio de 2013

La oración al Padre

VATICANO, 20 Jun. 13 / 04:18 pm.

 El Papa: Oración no es magia y no rezamos a un "Dios cósmico" sino a un Padre cercano

La oración no es magia y los cristianos no le rezan a un "Dios cósmico" sino a un Dios cercano, a un Dios que es Padre y no solo padre de uno, sino padre de todos. Lo afirmó esta mañana el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
En su homilía de esta mañana el Papa explicó: "¿a quién rezo? ¿A Dios Omnipotente? Demasiado lejano. Ah, esto yo no lo siento. Ni siquiera Jesús lo sentía. ¿A quién rezo? ¿Al Dios cósmico? Un poco habitual, en estos días, ¿no?... rezar al Dios cósmico, ¿no? Esta modalidad politeísta que llega con esta cultura ‘light’… ¡Tú debes rezar al Padre! Padre es una palabra fuerte".

"Tú debes rezar al que te ha generado, al que te ha dado la vida. No a todos: a todos es demasiado anónimo. A ti. A mí. Y también al que te acompaña en tu camino: al que conoce toda tu vida. Todo: aquel que es bueno, aquel que no es tan bueno. Conoce todo. Si nosotros no comenzamos la oración con esta palabra, no dicha por los labios, sino dicha de corazón, no podemos rezar ‘en" cristiano’".
El Papa dijo luego que "oración no es una cosa mágica, no se hace magia con la oración".

Alguien, prosiguió, me dice que cuando uno va a ver a un "brujo" éste le dice tantas palabras para curarlo. Pero ese es un "pagano". A nosotros, Jesús nos enseña que "no debemos ir a Él con tantas palabras", porque "Él sabe todo". Y añadió: la primera palabra es "Padre", ésta "es la clave de la oración". "Sin decir, sin sentir esta palabra no se puede rezar":
"Padre precisó el Papa- es una palabra fuerte" pero "abre las puertas". En el momento del sacrificio, dijo el Santo Padre, Isaac se da cuenta de que "algo no iba", porque "faltaba la ovejita", pero se fía de su padre y "su preocupación" la "dejó en el corazón de su padre".

Y añadió: "Padre" es la palabra que ha pensado decir "aquel hijo" que se fue con la herencia "y después quería volver a su casa". Y aquel padre "lo ve llegar y sale corriendo a su encuentro", "se le tira al cuello", "para caer sobre él con amor". "Padre, he pecado": es ésta, reafirmó Francisco, "la clave de toda oración, sentirse amados por un Padre":
"Tenemos un Padre. Cercanísimo, ¡eh!, que nos abraza… Todos estos afanes, todas estas preocupaciones que nosotros podemos tener, dejémoselos al Padre: Él sabe de qué cosa tenemos necesidad. Pero, Padre, ¿qué? ¿Padre mío? No: ¡Padre nuestro! Porque yo no soy hijo único, ninguno de nosotros, y si yo no puedo ser hermano, difícilmente podré llegar a ser hijo de este Padre, porque es un Padre de todos. Mío, seguramente, pero también de los demás, de mis hermanos. Y si yo no estoy en paz con mis hermanos, no puedo decirle ‘Padre’ a Él".

De este modo se explica el hecho de Jesús, después de habernos enseñado el Padrenuestro, subraye que si no perdonamos a los demás, ni siquiera el Padre perdonará nuestras culpas: "es tan difícil perdonar a los demás, es verdaderamente difícil, porque nosotros siempre tenemos ese pesar dentro.
Pensemos: ‘Me la hiciste, espera un poco… para volver a darle el favor que me había hecho’":
Para concluir el Pontífice indicó que "no se puede rezar con enemigos en el corazón, con hermanos y enemigos en el corazón: no se puede rezar. Esto es difícil: sí, es difícil, no es fácil. ‘Padre, yo no pudo decir Padre, no me sale’. Es verdad: esto yo lo entiendo. ‘No puedo decir nuestro, porque este me ha hecho esto, y aquello y… ¡no se puede!’ ‘Estos deben ir al infierno, ¿no?, ¡no son de los míos!’. Es verdad, no es fácil. Pero Jesús nos ha prometido al Espíritu Santo: es Él quien nos enseña, desde dentro, del corazón, como decir ‘Padre’ y como decir ‘nuestro’. Pidamos hoy al Espíritu Santo que nos enseñe a decir ‘Padre’ y a decir ‘nuestro’, haciendo la paz con todos nuestros enemigos".

(ACI/EWTN Noticias)

jueves, 20 de junio de 2013

La unidad de la Iglesia, Cuerpo de Cristo

VATICANO, 19 Jun. 13 / 09:47 am.

TEXTO COMPLETO: Catequesis del Papa sobre la Iglesia como Cuerpo de Cristo

El Papa Francisco dedicó su catequesis de este miércoles 19 de junio a reflexionar sobre la naturaleza de la Iglesia como cuerpo de Cristo y explicó que las divisiones entre los cristianos generan conflicto y lo que los fieles deben buscar incesantemente es la unidad.

A continuación el texto completo de la catequesis:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días.

Hoy me centraré en otra expresión con la que el Concilio Vaticano II indica la naturaleza de la Iglesia: la del cuerpo; el Concilio dice que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo (cf. Lumen Gentium,7).
Quisiera partir de un texto de los Hechos de los Apóstoles, que conocemos bien: la conversión de Saulo, que luego se llamará Pablo, uno de los más grandes evangelizadores (cf. Hch 9,4-5). Saulo era un perseguidor de los cristianos, pero mientras recorre el camino que conduce a la ciudad de Damasco, de repente una luz lo envuelve, cae a tierra y oye una voz que le dice: ¿"Saulo, Saulo, por qué me persigues? Él pregunta: ¿"Quién eres, Señor?", y la voz responde: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues" (v. 3-5).

Esta experiencia de San Pablo nos cuenta la profundidad de la unión entre los cristianos y el mismo Cristo. Cuando Jesús ascendió al cielo, no nos dejó huérfanos, sino con el don del Espíritu Santo, la unión con Él se ha vuelto aún más intensa. El Concilio Vaticano II afirma que Jesús "comunicando su Espíritu, constituye místicamente como su cuerpo a sus hermanos, llamados de todos los pueblos" (Constitución Dogmática. Lumen Gentium, 7).

La imagen del cuerpo nos ayuda a comprender este profundo vínculo Iglesia-Cristo, que San Pablo ha desarrollado sobre todo en la primera Carta a los Corintios (cf. cap. 12). En primer lugar, el cuerpo nos llama a una realidad viva. La Iglesia no es una asociación benéfica, cultural o política, sino que es un cuerpo vivo, que camina y actúa en la historia. Y este cuerpo tiene una cabeza, Jesús, que lo guía, lo alimenta y lo sostiene.

Este es un punto que quiero destacar: si se separa la cabeza del resto del cuerpo, la persona no puede sobrevivir. Así es en la Iglesia: debemos permanecer unidos cada vez más profundamente a Jesús: Pero no sólo eso: como en un cuerpo, es importante que corra la savia vital para que viva, así debemos permitir que Jesús obre en nosotros, que su Palabra nos guíe, que su presencia en la Eucaristía nos alimente, nos anime, que su amor dé fuerza a nuestro amar al prójimo.

¡Y esto siempre, siempre, siempre! Queridos hermanos y hermanas, estemos unidos a Jesús, confiemos en Él, orientemos nuestra vida según el Evangelio, alimentémonos con la oración cotidiana, la escucha de la Palabra de Dios, la participación en los sacramentos.

Y aquí vengo a un segundo aspecto de la Iglesia como Cuerpo de Cristo. San Pablo dice que como los miembros del cuerpo humano, aunque diferentes y numerosos, forman un solo cuerpo, así nosotros fuimos todos bautizados mediante un solo Espíritu en un solo cuerpo (cf. 1 Cor 12:12-13). En la Iglesia, por lo tanto, hay una gran variedad, una diversidad de tareas y funciones; no hay la monótona uniformidad, sino la riqueza de los dones que el Espíritu Santo otorga. Pero hay la comunión y la unidad: todos están en relación unos con otros y todos participan en la formación de un solo cuerpo vital, profundamente unido a Cristo.

Recordemos bien: ser parte de la Iglesia quiere decir estar unidos a Cristo y recibir de Él la vida divina que nos hace vivir como cristianos, significa permanecer unidos al Papa y a los Obispos que son instrumentos de unidad y de comunión, y también significa aprender a superar personalismos y divisiones, entenderse mejor, armonizar la variedad y las riquezas de cada uno; en una palabra: a querer más a Dios y a las personas que están junto a nosotros, en la familia, en la parroquia, en las asociaciones. ¡Cuerpo y extremidades para vivir deben estar unidos! La unidad es superior a los conflictos, siempre.

Los conflictos, si no se superan bien, nos separan, nos separan de Dios. El conflicto puede ayudarnos a crecer, pero también nos puede dividir. Nosotros no vamos por el camino de las divisiones, de la lucha entre nosotros, ¡no! Todos unidos, todos unidos con nuestras diferencias, pero unidos, unidos siempre, ¡que ese es el camino de Jesús!

La unidad es superior a los conflictos, la unidad es una gracia que debemos pedir al Señor para que nos salve de las tentaciones, de las divisiones, de las luchas entre nosotros y del egoísmo, de los chismes, ¡eh! ¡Cuánto daño hacen los chismes: cuánto daño, eh! Cuánto daño. Nunca chismes sobre los otros: nunca.¡Cuánto daño causa a la Iglesia las divisiones entre los cristianos, los partidismos, los intereses mezquinos!

Las divisiones entre nosotros, pero también las divisiones entre las comunidades: cristianos evangélicos, cristianos ortodoxos, cristianos católicos... pero ¿por qué divididos? Debemos tratar de lograr la unidad. Pero, les explico una cosa. Hoy, antes de salir de la casa, estuve unos 40 minutos, más o menos, media hora, con un pastor evangélico, y rezamos juntos, ¿eh? Buscando la unidad.

Pero tenemos que orar entre nosotros, católicos, y también con los cristianos, orar para que el Señor nos dé la unidad: ¡la unidad entre nosotros! Pero, como tendremos la unidad entre los cristianos, si no somos capaces de tenerla entre nosotros los católicos, de tenerla en la familia -¡cuántas familias luchan y se dividen! Busquen la unidad que es la unidad que hace la Iglesia y la unidad que viene de Jesucristo. Él nos envía el Espíritu Santo para hacer la unidad.

Queridos hermanos y hermanas, pidamos a Dios: ayúdanos a ser miembros del Cuerpo de la Iglesia siempre profundamente unidos a Cristo; ayúdanos a no hacer sufrir el Cuerpo de la Iglesia con nuestros conflictos, nuestras divisiones, nuestros egoísmos; ayúdanos a ser miembros vivos vinculados entre sí por una sola fuerza, la del amor, que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones (cf. Rom 5,5).

Gracias.

(ACI)

miércoles, 19 de junio de 2013

Hay que salir a predicar el Evangelio

VATICANO, 18 Jun. 13 / 10:12 am.
 

"Yo no me avergüenzo del Evangelio", fue el tema de la catequesis impartida ayer, lunes 17 de junio, por la tarde, por el Papa Francisco en el Aula Pablo VI con motivo de la inauguración del Congreso eclesial de Roma. En ella recordó que los católicos somos minoría y que, a diferencia del Buen Pastor que debe salir a buscar a la oveja que le falta, "nosotros tenemos una ¡nos faltan las 99! Tenemos que salir, tenemos que ir a buscarlas".

El Papa explicó que "el Evangelio es para todos. Este ir hacia los pobres no significa que debamos convertirnos en pauperistas o en una especie de vagabundos espirituales. No, no es esto. Significa que tenemos que ir hacia la carne de Jesús que sufre, pero la carne de Jesús que sufre es también la de aquellos que no lo conocen con sus estudios, con su inteligencia o su cultura".

"Tenemos que ir allí. Por eso me gusta usar la frase ir hacia las periferias’, las periferias existenciales. Todas, las de la pobreza física y real y las de la pobreza intelectual que también es real. Y allí sembrar la semilla del Evangelio, con la palabra y el testimonio".

"Y esto significa que tenemos que tener valor. Quiero decirles algo: En el Evangelio es bello el texto que habla del pastor que, cuando vuelve al redil, se da cuenta de que le falta una oveja; deja las noventa y nueve y va a buscarla. Va a buscar una. Pero nosotros tenemos una ¡nos faltan las noventa y nueve! Tenemos que salir, tenemos que ir a buscarlas. En esta cultura, digamos la verdad, tenemos solo una, somos minoría. Y ¿no sentimos el fervor, el celo apostólico de salir y buscar a las otras noventa y nueve?".

"Queridos hermanos, tenemos una y nos faltan 99, salgamos a buscarlas", pidamos "la gracia de salir a anunciar el evangelio". Porque "es más fácil quedarse en casa con una sola oveja, peinarla, acariciarla. Y exclamó: "Pero a todos nosotros el Señor nos quiere pastores y no peinadores".

El Papa Francisco recordó que "algunos cristianos parecen ser devotos de la diosa lamentación" y precisó que "el mundo es el mundo, el mismo que hace cinco siglos atrás" y que es necesario "dar testimonio fuerte, ir adelante" pero también "soportar, las cosas que aún no se pueden cambiar". E invitó "con coraje y paciencia a salir de nosotros mismos, hacia la comunidad para invitarlos".

"Una revolución para transformar la historia, tiene que cambiar en profundidad el corazón humano. Las revoluciones que han tenido lugar durante los siglos han cambiado sistemas políticos y económicos, pero ninguna de ellas ha cambiado realmente el corazón del hombre. La verdadera revolución, la que transforma radicalmente la vida, la ha hecho sólo Jesucristo por medio de su resurrección que, como le gusta recordar a Benedicto XVI, ha sido ‘la más grande mutación de la historia de la humanidad y ha dado vida a un nuevo mundo’".

Y concluyó recordando que "Dios nos dio esta gracia gratuitamente, debemos darla gratuitamente".

El congreso sigue el martes en San Juan de Letrán y concluirá el miércoles en las parroquias o prefecturas de la diócesis. La sala Pablo VI quedó pequeña y en el exterior de ella había un sector al aire libre conectado con pantallas gigantes. Al menos unas diez mil personas escucharon al Santo Padre.

(ACI/EWTN Noticias)


"Pues no me avergüenzo del Evangelio, que es una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree"  
(Rom 1, 16)

"Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio!"  
(1 Cor 9, 16)

martes, 18 de junio de 2013

Seguir a Cristo nos lleva a ser "magnánimos" y "dóciles"

VATICANO, 17 Jun. 13 / 10:32 am.

 

Para el cristiano, Jesús es "el todo" y de aquí deriva su magnanimidad. Lo subrayó el Papa Francisco en la Misa del lunes en la Casa de Santa Marta. El Papa recordó que la justicia que trae Jesús es superior a aquella de los escribas, al ojo por ojo, diente por diente.

"Si alguien te golpea en la mejilla derecha, ofrécele también la otra". El Papa centró su homilía de hoy en las fuertes palabras de Jesús dirigidas a sus discípulos. La historia del golpe, observó el Pontífice, "se ha convertido en un argumento clásico para burlarse de los cristianos". En la vida, agregó, la "lógica normal" nos enseña que "debemos luchar, debemos defender nuestra posición" y si nos dan un golpe "nosotros daremos dos, así nos defendemos".

Por lo demás, dijo Francisco, cuando aconsejo a los padres reprender a los propios hijos les digo siempre: "Jamás en la mejilla", porque "la mejilla es la dignidad". Jesús en cambio, luego el golpe en la mejilla continúa y pide también de dar el manto, despojarse de todo.

"La justicia que Él trae –afirmó el Santo Padre– es una justicia totalmente diferente a la del ojo por ojo, diente por diente. Es otra justicia". Y esto, observó, lo podemos entender cuando San Pablo habla de los cristianos como "gente que no tiene nada" y "en cambio posee todo".

He aquí entonces que la seguridad cristiana se encuentra en este "todo" que es Jesús. "El ‘todo’ – agregó es Jesucristo. Lo demás es ‘nada’ para el cristiano". En cambio, advirtió el Papa, "para el espíritu del mundo el ‘todo’ son las cosas: las riquezas, las vanidades", "tener posiciones más encumbradas" y "la ‘nada’ es Jesús".

Por lo tanto si un cristiano puede caminar 100 kilómetros cuando le piden recorrer 10, "es porque para él eso es ‘nada’" y, tranquilamente, "puede dar el manto cuando le piden la túnica". He aquí el "secreto de la magnanimidad cristiana, que siempre va acompañada con la docilidad", y el "todo", es Jesucristo:
"El cristiano es una persona que ensancha su corazón, con esta magnanimidad, porque tiene el ‘todo’, que es Jesucristo. Las otras cosas son la ‘nada’. Son buenas, sirven, pero en el momento del enfrentamiento escoge siempre el ‘todo’, con aquella docilidad, aquella docilidad cristiana que es el signo de los discípulos de Jesús: docilidad y magnanimidad. Y vivir así no es fácil, porque en serio te dan los golpes, ¿eh?, ¡te los dan! Y en las dos mejillas".

"Pero, el cristiano es dócil, el cristiano es magnánimo: ensancha su corazón. Pero cuando encontramos estos cristianos con el corazón reducido, con el corazón encogido, que no funcionan… esto no es cristianismo: esto es egoísmo, enmascarado de cristianismo".

"El verdadero cristiano", dijo el Papa Francisco, "sabe resolver esta oposición bipolar, esta tensión entre el ‘todo’ y la ‘nada’, como Jesús nos había aconsejado: ‘Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás viene después":
"El Reino de Dios es el ‘todo’, lo demás es secundario, no es lo principal. Y todos los errores cristianos, todos los errores de la Iglesia, todos nuestros errores nacen de aquí, cuando decimos a la ‘nada’ que es el ‘todo’ y al ‘todo’ que, parece que no cuenta... Seguir a Jesús no es fácil, no es fácil. Pero tampoco es difícil, porque en el camino del amor el Señor hace las cosas de forma que nosotros podamos ir hacia adelante; el mismo Señor nos ensancha el corazón".

Esta es la oración que debemos hacer, agregó, "ante estas propuestas del golpe, del manto, de los 100 kilómetros". Debemos pedir al Señor que ensanche "nuestro corazón", para que "seamos magnánimos, seamos dóciles", y no luchemos "por las pequeñeces, por la ‘nada’ de cada día".

"Cuando uno opta por la ‘nada’, de aquella opción nacen los enfrentamientos en una familia, en las amistades, con los amigos, en la sociedad, también; los enfrentamientos que finalizan en la guerra: ¡por la ‘nada’! La ‘nada’ es la semilla de guerras, siempre. Porque es semilla de egoísmo.

El ‘todo’ es aquello grande, es Jesús. Pidamos al Señor que ensanche nuestro corazón, que nos haga humildes, dóciles y magnánimos, porque en Él tenemos el ‘todo’; y que nos proteja de los problemas cotidianos alrededor de la ‘nada’", concluyó.

(ACI/EWTN Noticias)

lunes, 17 de junio de 2013

La misericordia de Dios es un sí a la vida

VATICANO, 16 Jun. 13 / 10:10 am.

Papa Francisco. Foto: News.va

Durante la Misa celebrada por el Evangelio de la Vida, dentro del marco de la Jornada de la Evangelium Vitae que se celebra en Roma con motivo del Año de la Fe, el Papa Francisco animó a los fieles este domingo a dar un profundo “sí” a la cultura de la vida, y un rotundo “no” a la cultura de la muerte.

Digamos sí a la vida y no a la muerte, digamos sí a la libertad y no a la esclavitud de tantos ídolos de nuestro tiempo; en una palabra, digamos sí a Dios, que es amor, vida y libertad, y nunca defrauda”, exclamó el Papa ante los miles de fieles congregados en Roma y llegados de todas partes del mundo para la ocasión.

Con esta Eucaristía el Papa invitó a dar gracias al Señor por el don de la vida en todas sus diversas manifestaciones y a anunciar el Evangelio de la Vida, y recordó que “Jesús es la encarnación del Dios vivo, el que trae la vida ante tantas obras de muerte, ante el pecado, el egoísmo, el cerrarse en sí mismos. Jesús acoge, ama, levanta, anima, perdona y da nuevamente la fuerza para caminar, devuelve la vida”.

El Papa continuó su meditación, “¿Qué es esta vida? Es la vida misma de Dios. Y ¿quién nos introduce en esta vida? El Espíritu Santo, el don de Cristo resucitado. Es él quien nos introduce en la vida divina como verdaderos hijos de Dios, como hijos en el Hijo unigénito, Jesucristo. ¿Estamos abiertos nosotros al Espíritu Santo? ¿Nos dejamos guiar por él?”.

El cristiano es un hombre espiritual, y esto no significa que sea una persona que vive «en las nubes», fuera de la realidad como si fuera un fantasma, no. El cristiano es una persona que piensa y actúa en la vida cotidiana según Dios, una persona que deja que su vida sea animada, alimentada por el Espíritu Santo, para que sea plena, propia de verdaderos hijos. Y eso significa realismo y fecundidad. Quien se deja guiar por el Espíritu Santo es realista, sabe cómo medir y evaluar la realidad, y también es fecundo: su vida engendra vida a su alrededor”.

El Santo Padre recordó que Jesús nos trae la vida de Dios, y el Espíritu Santo nos introduce y nos mantiene en la relación vital de verdaderos hijos de Dios. “Pero, con frecuencia -lo sabemos por experiencia - el hombre no elige la vida, no acoge el Evangelio de la vida, sino que se deja guiar por ideologías y lógicas que ponen obstáculos a la vida, que no la respetan, porque vienen dictadas por el egoísmo, el propio interés, el lucro, el poder, el placer, y no están dictadas por el amor, por la búsqueda del bien del otro”.

El Papa señaló que estos caminos representan “la constante ilusión de querer construir la ciudad del hombre sin Dios, sin la vida y el amor de Dios: una nueva Torre de Babel; es pensar que el rechazo de Dios, del mensaje de Cristo, del Evangelio de la vida, lleva a la libertad, a la plena realización del hombre. El resultado es que el Dios vivo es sustituido por ídolos humanos y pasajeros, que ofrecen un embriagador momento de libertad, pero que al final son portadores de nuevas formas de esclavitud y de muerte”.

Francisco explicó que el hombre tiende a la muerte cuando se aleja de Dios, “también el rey David quiso ocultar que cometió adulterio con la mujer de Urías el hitita, un soldado en su ejército y, para ello, manda poner a Urías en primera línea para que caiga en la batalla. La Biblia nos muestra el drama humano en toda su realidad, el bien y el mal, las pasiones, el pecado y sus consecuencias”.

Cuando el hombre quiere afirmarse a sí mismo, encerrándose en su propio egoísmo y poniéndose en el puesto de Dios, acaba sembrando la muerte. Y el adulterio del rey David es un ejemplo. Y el egoísmo conduce a la mentira, con la que trata de engañarse a sí mismo y al prójimo. Pero no se puede engañar a Dios”.

El profeta dice a David “Has hecho lo que está mal a los ojos de Dios”. Lo que hizo el realmente “es una obra de muerte, no de vida - comprende y pide perdón: 'He pecado contra el Señor', y el Dios misericordioso, que quiere la vida y siempre nos perdona, le da de nuevo la vida; el profeta le dice: 'También el Señor ha perdonado tu pecado, no morirás'”.

El Papa recordó que Dios es ante todo misericordioso, “tal vez nos parece un juez severo, como alguien que limita nuestra libertad de vivir. Pero toda la Escritura nos recuerda que Dios es el Viviente, el que da la vida y que indica la senda de la vida plena”.

Pero “pienso también en el don de los Diez Mandamientos: una vía que Dios nos indica para una vida verdaderamente libre, para una vida plena; no son un himno al 'no' - no debes hacer esto ¡no! Son más bien un himno al 'sí' a Dios, al Amor, a la Vida”.

Asimismo el Papa puso un ejemplo de misericordia misma de Jesús, y recordó el pasaje del Evangelio donde encuentra a una mujer pecadora durante una comida en casa de un fariseo, suscitando el escándalo de los presentes: Jesús deja que se acerque una pecadora, e incluso le perdona los pecados.* 'Sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco'”.

La persona que vive esta experiencia “se siente comprendida, amada, y responde con un gesto de amor, se deja tocar por la misericordia de Dios y obtiene el perdón, comienza una vida nueva. Dios el Viviente es misericordioso ¿están de acuerdo? ¡Digámoslo juntos, Dios el Viviente es misericordioso! ¡Dios el Viviente es misericordioso! Otra vez ¡Dios el Viviente es misericordioso!”, concluyó el Santo Padre.

(ACI/EWTN Noticias)

* La pecadora perdonada:

"Un fariseo le rogó que comiera con él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la mesa.
Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del
fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume, y poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume.

Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: «Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora.»
Jesús le respondió: «Simón, tengo algo que decirte.» El dijo: «Di, maestro.»
Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta.
Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más?»
Respondió Simón: «Supongo que aquel a quien perdonó más.» El le dijo: «Has juzgado bien», y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos.
No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies.
No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume.
Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. 
A quien poco se le perdona, poco amor muestra.»
Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados.»
Los comensales empezaron a decirse para sí: «¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?»
Pero él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado. Vete en paz.»"
(Lc 7, 36-50)

sábado, 15 de junio de 2013

Hay que ser humildes, evitar la auto justificación y reconocer nuestros pecados

VATICANO, 14 Jun. 13 / 10:25 am.

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Para recibir el don de la salvación de Cristo es necesario reconocerse con sinceridad, como un frágil vaso de barro, débiles y pecadores, evitando toda forma de auto justificación, así lo afirmó el Papa Francisco durante la homilía de la Misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

"Hermanos, nosotros tenemos un tesoro: éste de Jesucristo Salvador. La Cruz de Jesucristo, este tesoro del que nos jactamos. Pero lo tenemos en un vaso de barro. Jactémonos también de nuestro prontuario, de nuestros pecados. De esta forma el diálogo es cristiano y católico: concreto, porque la salvación de Jesucristo es concreta. Jesucristo no nos ha salvado con una idea, con un programa intelectual. No. Nos ha salvado con la carne, con lo concreto de la carne. Se ha abajado, hecho hombre, hecho carne hasta el final. Pero solamente, sólo se puede entender, sólo se puede recibir en vasos de barro".

El Santo Padre reflexionó sobre la Carta en la que Pablo explica a los cristianos de Corinto que, para que sea claro que la "extraordinaria potencia" de la fe es obra de Dios, debe ser derramada sobre hombres pecadores, en "vasos de barro".

Precisamente de la relación "entre la gracia y la potencia de Jesucristo" y nosotros pobres pecadores, brota, observó el Papa, "el diálogo de la salvación". Y sin embargo, este diálogo debe evitar todo tipo de "auto justificación", "debe ser como somos nosotros":
"Pablo, ha hablado tantas veces –es como un estribillo, ¿no?– de sus pecados. ‘Les digo esto: yo que he sido un perseguidor de la Iglesia, he perseguido…’ Vuelve siempre a su memoria de pecado. Se siente pecador. Pero en aquel momento no dice: ‘Era, pero ahora soy santo’, no. También ahora, una espina de Satanás en mi carne. Nos hace ver la propia debilidad. El propio pecado. Es un pecador que acoge a Jesucristo. Dialoga con Jesucristo".

La clave, indicó el Papa, es la humildad. El mismo Pablo lo demuestra. Él reconoce públicamente, dijo Francisco, "su currículo de servicio", o sea todo aquello que ha cumplido como Apóstol enviado por Jesús. Pero no por esto se esconde o esconde aquello que el Pontífice define "su prontuario", o sea sus pecados:
"También, éste es el modelo de la humildad de nosotros curas, de nosotros sacerdotes. Si sólo nos gloriamos de nuestro currículo y nada más, terminaremos equivocados. No podemos anunciar a Jesucristo Salvador porque en el fondo no lo sentimos. Debemos ser humildes, pero con una humildad real, con nombre y apellido: ‘Soy pecador por esto, por esto, por esto’. Como dice Pablo: ‘He perseguido a la iglesia", como hace él, pecadores concretos. No pecadores con esa humildad que más parece cara de estampita, ¿no? No, la humildad fuerte".

"La humildad del sacerdote, la humildad del cristiano es concreta", afirmó el Obispo de Roma, para quien, si un cristiano no puede "hacerse esta confesión a sí mismo y tampoco a la Iglesia, algo no funciona". Y la primera cosa que no funciona es el no poder "entender la belleza de la salvación que nos trae Jesús":
También la Samaritana que encuentra a Jesús y luego de haberle hablado cuenta a sus coterráneos primero su pecado y luego de haber encontrado el Señor se comporta de forma similar a Pablo.

"Yo creo –observó el Papa Francisco– que esta mujer está en el cielo, seguro" porque, como dice el poeta y escritor italiano Manzoni, "jamás vi que el Señor haya iniciado un milagro sin terminarlo bien’ y este milagro que Él inició seguramente lo terminó bien en el Cielo". A Ella, concluyó el Papa, pidamos "que nos ayude a ser vasos de barro para poder llevar y entender el misterio glorioso de Jesucristo".

(ACI/EWTN Noticias)

viernes, 14 de junio de 2013

Dejarse guiar por la Ley del Espíritu Santo

 12/06/13 8:24 PM.
 

«Jesús es la expresión de la madurez de las leyes, dijo el Papa. La hora del cumplimiento de las leyes, la hora en la cual las leyes llegan a su madurez: es la ley del Espíritu. Avanzar por este camino es un poco riesgoso, pero es el único camino de la madurez. (...) Las leyes del Espíritu nos hacen libres. Esta libertad nos da un poco de temor, porque tenemos miedo de confundir la libertad del Espíritu con otra libertad humana», dijo Francisco.

Este miedo, agregó, «tiene dos tentaciones»:

La primera es la de «retroceder», es «la tentación del miedo a la libertad, el miedo al Espíritu Santo». Un miedo para el cual «es mejor ir por lo seguro».
«La tentación de retroceder, porque estamos más seguros adentro, explicó: pero la seguridad plena está en el Espíritu Santo que te lleva hacia adelante, que te da esta confianza, como dice Pablo, esta confianza en el Espíritu, que es más exigente, porque Jesús nos dice: ‘En verdad os digo: antes pasarán el cielo y la tierra que pase una sola iota de la ley´. ¡Es más exigente! Pero no nos da la seguridad humana. No podemos controlar al Espíritu Santo: ¡ése es el problema! Esta es una tentación».

Y luego, siguió diciendo Francisco, está la otra tentación, la del «progresismo adolescente», que nos hace «salir del camino». Ver una cultura y no ser capaces de «mantener la distancia de ella. Tomar un poco de acá, un poco de allá, de los valores de esta cultura. ¿Quieren hacer estas leyes? Adelante con estas leyes. ¿Quieren avanzar con esto? Ensanchemos un poco el camino. Al final, como digo, no es un verdadero progresismo, es un progresismo adolescente: como los adolescentes que quieren tener todo con entusiasmo y al final resbalan... como cuando hay hielo en el camino y el auto derrapa... ¡Es la otra tentación del momento!».

El camino a seguir, dijo el Papa, «es el de la libertad en el Espíritu Santo, que nos hace libres, en el discernimiento continuo de la voluntad de Dios para avanzar en este camino, sin retroceder y sin salirnos del camino. Pidamos al Señor la gracia que nos da el Espíritu Santo para ir hacia adelante».
Y concluyó: «Nosotros, en este momento de la historia de la Iglesia, no podemos retroceder, ni salirnos del camino».

(Agencias/InfoCatólica)


"No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda." (Mt 5, 17-18)

"El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán." (Mt 24, 35; Mc 13, 31; Lc 21, 33)

miércoles, 12 de junio de 2013

Rezar por aquel con el que estamos enojados

VATICANO, 12 Jun. 13 / 10:24 am

 Dios es más fuerte que el mal y el diablo, dice el Papa Francisco

En su habitual catequesis de los miércoles en la audiencia general, el Papa Francisco reflexionó sobre la Iglesia como Pueblo de Dios y explicó que el Señor es más fuerte que el mal y el demonio; y que la vida de cada fiel debe ser como la luz de Cristo que ilumina la oscuridad del mundo.

Ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa explicó que la misión del pueblo de Dios, de todos los cristianos es "llevar al mundo la esperanza y la salvación de Dios: ser signo del amor de Dios que llama a todos a la amistad con Él; ser levadura que hace fermentar toda la masa, sal que da sabor y preserva de la corrupción, luz que ilumina. A nuestro alrededor, basta abrir un periódico, para ver que la presencia del mal existe, que el Diablo actúa".

"Pero quisiera decir en voz alta, Dios es más fuerte. ¿Ustedes creen esto que Dios es más fuerte? Digámoslo juntos todos ¡Dios es más fuerte! ¡Todos! ¿Y saben por qué es más fuerte? Porque Él es el Señor. ¡Es el único Señor! Dios es más fuerte. ¡Bién! Quisiera agregar que la realidad a veces oscura signada por el mal puede cambiar".

El Santo Padre haciendo gala de su amor por el fútbol, dijo luego: "si en un estadio, pensemos aquí el Roma Olímpico o en ese de San Lorenzo en Buenos Aires, en una noche oscura una persona enciende una luz, apenas se entrevé, pero si los otros setenta mil espectadores encienden cada uno su propia luz, el estadio se ilumina. Hagamos que nuestra vida sea una luz de Cristo. Juntos llevaremos la luz del Evangelio a toda la realidad".

"¿Qué quiere decir "Pueblo de Dios"? En primer lugar, significa que Dios no pertenece de manera propia a ningún pueblo; porque es Él quien nos llama, nos convoca, nos invita a ser parte de su pueblo, y esta invitación esta dirigida a todos, sin distinción, porque la misericordia de Dios ‘quiere la salvación para todos’. Jesús no dice a los Apóstoles y a nosotros que formemos un grupo exclusivo; un grupo de élite. Jesús dice: ‘Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos’. San Pablo afirma que en el pueblo de Dios, en la Iglesia, ‘no hay ni judío ni griego... porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús’".

El Papa dijo luego a quienes "se sienten lejos de Dios y de la Iglesia, a los que son temerosos o a los indiferentes, a los que piensan que ya no pueden cambiar: ¡El Señor también te está llamando a ti a ser parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor!, ¡Él nos invita a hacer parte de este pueblo; pueblo de Dios!".

Francisco explicó que se es miembro del pueblo de Dios con el Bautismo y cuestionó: "¿Cómo puedo hacer crecer la fe que he recibido del Bautismo?; ¿cómo hago crecer esta fe que yo he recibido y que el pueblo de Dios tiene?; ¿cómo hago para hacerla crecer?".

Tras señalar que la ley del pueblo de Dios es el amor, el Papa dijo "cuando vemos en el diario en la TV, tantas guerras entre cristianos, ¡Cómo puede pasar esto! Dentro del pueblo de Dios ¡cuántas guerras! En el barrio, en el puesto de trabajo ¡cuántas guerras por envidias y celos! También en la misma familia, cuántas guerras internas. Pidamos al Señor que nos haga entender bien esta ley del amor. ¡Qué bueno! ¡Qué hermoso es amarse los unos a los otros como verdaderos hermanos!, ¡Qué hermoso es esto!".

"Hagamos una cosa hoy: Quizá todos tenemos simpatías y antipatías. Quizá tantos de nosotros estamos enojados con alguno. Al menos digamos al Señor: Señor yo estoy enojado con este, con aquella. Yo te pido por este y por aquel. Rezar por aquel con el que estamos enojados es un hermoso paso en esta ley del amor. ¡Hagámoslo hoy!".

Para concluir el Papa exhortó a "que la Iglesia sea un lugar de la misericordia y de la esperanza de Dios, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio. Y para sentirse recibido, amado, perdonado, animado. La Iglesia debe tener las puertas abiertas para que todos puedan venir y nosotros debemos salir de esas puertas y anunciar el Evangelio. ¡Muchas Gracias!".

Para leer la catequesis completa, ir a:

http://www.aciprensa.com/noticias/texto-completo-catequesis-del-papa-sobre-la-iglesia-como-pueblo-de-dios-68211/

(ACI/EWTN Noticias)


"Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo
" (Mt 28, 19)

"En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús." (Gal 3, 27-28)

"Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos?" (Mt 5, 44-46)

martes, 11 de junio de 2013

El Espíritu Santo da sentido a las Bienaventuranzas

VATICANO, 10 Jun. 13 / 10:15 am.

 http://www.artecreativo.net/fe/uploads/2009/09/sermon-de-la-montana.jpg

El Papa Francisco señaló en la habitual homilía de la Misa diaria que celebra en la Casa Santa Marta en donde reside, que las Bienaventuranzas "son los nuevos mandamientos" y solo pueden comprenderse si se abre el corazón a la acción del Espíritu Santo.
¿Qué es el consuelo para un cristiano? El Papa Francisco comenzó su homilía señalando que San Pablo, al comienzo de la segunda carta a los Corintios, utiliza varias veces la palabra consuelo. El Apóstol de los gentiles, añadió, "se dirige a los cristianos jóvenes en la fe", personas que "han comenzado hace poco el camino de Jesús".

E insiste en esto, aunque "no todos fueron perseguidos". Eran gente normal "pero que habían encontrado a Jesús". Esto, dijo, "es un cambio de vida tal, que se necesitaba una fuerza especial de Dios", y esta fuerza es el consuelo. El consuelo, volvió a decir, "es la presencia de Dios en nuestro corazón". Pero, advirtió, para que el Señor "esté en nuestro corazón, se debe abrir la puerta", requiere nuestra "conversión":
"La salvación es esto: vivir en el consuelo del Espíritu Santo, no vivir en el consuelo del espíritu del mundo. No, esa no es salvación, eso es pecado. La salvación es seguir adelante y abrir el corazón, para que llegue ese consuelo del Espíritu Santo, que es la salvación. ¿Pero no se puede negociar un poco de aquí y un poco de allá? Hacer como una ensalada de frutas, digamos, ¿no? Un poco del Espíritu Santo, un poco del espíritu del mundo... ¡No! Una cosa o la otra".

El Señor, prosiguió el Santo Padre, fue claro: "No se puede servir a dos amos: porque o se sirve al Señor, o se sirve al espíritu del mundo". No se puede ‘mezclar’. He aquí, pues, que cuando estamos abiertos al Espíritu del Señor, podemos entender la ‘nueva ley que el Señor nos trae: las Bienaventuranzas’, de las que habla el evangelio de hoy". Estas bienaventuranzas, añadió, "solo se entienden si uno tiene un corazón abierto, se entienden mediante el consuelo del Espíritu Santo", mientras que "no se pueden entender solo con la inteligencia humana".

Francisco dijo luego que las Bienaventuranzas "son los nuevos mandamientos. Pero si no tenemos el corazón abierto al Espíritu Santo, les parecerán una tontería. 'Pero mire, ser pobre, ser manso, ser misericordioso no parece ser una cosa que nos lleva al éxito'. Si no tenemos el corazón abierto y si no gozamos de aquel consuelo del Espíritu Santo, que es la salvación, no se entiende esto. Esta es la ley para los que han sido salvados y han abierto su corazón a la salvación. Esta es la ley de los libres, con la libertad del Espíritu Santo".

Uno, dijo Francisco, "puede regular su vida, organizarla en una lista de mandamientos o procedimientos," una lista "meramente humana". Pero esto "al final no nos lleva a la salvación", solo un corazón abierto nos lleva a la salvación. Recordó que muchos estaban interesados en "examinar", la "nueva doctrina y luego discutir con Jesús".

Y esto se daba porque "tenían el corazón cerrado en sus propias cosas", "cosas que Dios quería cambiar". ¿Por qué, entonces -se preguntó el Papa-, hay personas que "tienen el corazón cerrado a la salvación?" Porque, respondió, "tenemos miedo de la salvación. La necesitamos, pero tenemos miedo", porque cuando el Señor venga "para salvarnos tenemos que darlo todo. ¡Y manda Él! Y tenemos miedo de esto", porque "queremos controlarlo nosotros". Y agregó que, con el fin de entender "estos nuevos mandamientos", necesitamos de la libertad que "nace del Espíritu Santo, que nos salva, que nos consuela" y "da la vida":
"Podemos pedir al Señor hoy la gracia de seguirlo, pero con esta libertad. Porque si queremos seguirle solamente con nuestra libertad humana, al final nos convertimos en hipócritas como aquellos fariseos y saduceos, aquellos que peleaban con Él. La hipocresía es lo siguiente: no permitir que el Espíritu cambie el corazón con su salvación".

"La libertad del Espíritu, que nos da el Espíritu, es también una especie de esclavitud, pero una "esclavitud" al Señor que nos hace libres, es otra libertad. En cambio, nuestra libertad es una esclavitud, pero no para el Señor, sino para el espíritu del mundo. Pidamos la gracia de abrir nuestro corazón al consuelo del Espíritu Santo, para que este consuelo, que es la salvación, nos permita comprender bien estos mandamientos".

(ACI/EWTN Noticias)

Las Bienaventuranzas:

"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegráos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros."
(Mt 5, 3-12)

domingo, 9 de junio de 2013

Yo los aliviaré, porque soy paciente y humilde de corazón


VATICANO, 09 Jun. 13 / 11:49 am.
Papa Francisco

En sus palabras previas al rezo del Ángelus, ante los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco aseguró que “la misericordia de Dios da vida al hombre, lo resucita de la muerte”.

El Santo Padre subrayó que “el Señor nos mira siempre con misericordia, nos espera con misericordia. ¡No tengamos miedo de acercarnos a Él! ¡Tiene un corazón misericordioso! Si le mostramos nuestras heridas interiores, nuestros pecados, Él nos perdona siempre”.
Dios, exclamó el Papa, “¡es pura misericordia! No olvidemos esto: es pura misericordia ¡Vayamos a Jesús!”.

El Santo Padre recordó que “el mes de junio está tradicionalmente dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, máxima expresión humana del amor divino. El pasado viernes hemos celebrado precisamente la solemnidad del Corazón de Cristo, y esta fiesta da la pauta a todo el mes”.

La piedad popular valoriza mucho los símbolos, y el Corazón de Jesús es el símbolo por excelencia de la misericordia de Dios; pero no es un símbolo imaginario, es un símbolo real, que representa el centro, la fuente de la que ha brotado la salvación para la entera humanidad”.

El Papa indicó que “en los Evangelios encontramos diversas referencias al Corazón de Jesús, por ejemplo en el pasaje en el que el mismo Cristo dice: ‘Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio’”.

“El relato de la muerte de Cristo según Juan es fundamental. Este evangelista testimonia de hecho aquello que vio en el Calvario, o sea que un soldado, cuando Jesús ya estaba muerto, le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua. Juan reconoció en aquel signo, aparentemente casual, el cumplimiento de las profecías: del corazón de Jesús, Cordero inmolado sobre la cruz, brota el perdón y la vida para todos los hombres”.

Francisco indicó que “la misericordia de Jesús no es sólo sentimiento, es más, es una fuerza que da vida, ¡que resucita al hombre! Nos lo dice también el Evangelio de hoy, en el episodio de la viuda de Naím. Jesús acompañado de sus discípulos está llegando justamente a una ciudad llamada Naím, un pueblo de Galilea, en el momento en el que llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda”.
“La mirada de Jesús se fijó inmediatamente en la mujer en lágrimas. Dice el evangelista Lucas: ‘Al verla, el Señor se conmovió’. Esta ‘compasión’ es el amor de Dios por el hombre, es la misericordia, o sea la actitud de Dios en contacto con la miseria humana, con nuestra indigencia, nuestro sufrimiento, nuestra angustia”.

El Papa señaló que “el término bíblico ‘compasión’ evoca las entrañas maternas: de hecho, la madre experimenta una reacción exclusivamente suya frente al dolor de los hijos. Así nos ama Dios, dice la Escritura”.

Dirijámonos a la Virgen María: su corazón inmaculado, corazón de madre, ha compartido al máximo la ‘compasión’ de Dios, especialmente a la hora de la pasión y de la muerte de Jesús. Que María nos ayude a ser mansos, humildes y misericordiosos con nuestros hermanos”, concluyó.

(ACI)

"Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera."
(Mt 11, 28-30)

viernes, 7 de junio de 2013

Más difícil que amar a Dios es dejarse amar por Él

VATICANO, 07 Jun. 13 / 11:30 am

 Más difícil que amar a Dios es dejarse amar por Él, dice el Papa Francisco

El Papa Francisco dijo en la Misa en la capilla de la Casa Santa Marta, en el marco de la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, que lo más difícil es dejarse amar por Dios. El Pontífice destacó que Jesús nos amó no con palabras, sino con obras y con su vida, y definió que esta solemnidad es "la fiesta del amor" de un "corazón que ha amado tanto".

En otro pasaje, expresó: "Esta puede parecer una herejía, pero es la verdad más grande: ¡Más difícil que amar a Dios es dejarse amar por Él!".

"Dejarse amar con ternura por el Señor es difícil, pero es lo que debemos pedir a Dios", expresó el Papa. Dijo además que el amor de Cristo "es un amor que se manifiesta más en las obras que en las palabras, y que es sobre todo más dar que recibir", expresó el Santo Padre, quien además recalcó que estos dos criterios –el dar y el recibir– son como las columnas del verdadero amor.
"Y es el Buen Pastor el que en todo representa el amor de Dios. Él conoce sus ovejas una a una, porque el amor no es un amor abstracto o general: es amor hacia cada uno", expresó.
El Papa insistió en que Dios se hace cercano por amor, camina con su pueblo y este caminar llega a un punto que es inimaginable: "es difícil imaginar que el mismo Señor se hace uno de nosotros y camina con nosotros, se queda con nosotros, se queda con su Iglesia, se queda en la Eucaristía, se queda en su Palabra, se queda en los pobres, se queda con nosotros caminando. Ésta es cercanía: el pastor cercano a su rebaño, cercano a sus ovejas, que conoce una a una".

Deteniéndose en un pasaje del libro del profeta Ezequiel, resaltó otro aspecto del amor de Dios. Francisco posó su reflexión sobre la premura por la oveja perdida y por aquella herida y enferma: "¡Ternura! El Señor nos ama con ternura. El Señor conoce aquella bella ciencia de las caricias, aquella ternura de Dios. No ama con las palabras. Él se acerca y nos da aquel amor con ternura".
"¡Cercanía y ternura! –continuó–. Estas dos formas de amor del Señor que se hace cercano y da todo su amor también en las cosas más pequeñas: con la ternura. Y éste es un amor fuerte, porque cercanía y ternura nos hacen ver la fortaleza del amor de Dios".

"¿Ustedes aman como yo los he amado?", les preguntó a los presentes. Francisco subrayó que el amor debe hacerse cercano al prójimo, "como el amor del buen samaritano", y particularmente bajo el signo de la cercanía y de la ternura. ¿Cómo restituir el amor del Señor por los hombres? La fórmula que dio el pontífice fue: "Amándolo, haciéndose cercano a Él, siendo tierno con Él".
No obstante, agregó que esto no es suficiente: "Esta puede parecer una herejía, pero es la verdad más grande: ¡Más difícil que amar a Dios es dejarse amar por Él!".

Francisco señaló que la manera de devolver tanto amor "es abrir el corazón y dejarse amar", y así, dejar que Dios se haga cercano a nosotros : "Dejar que Él se haga tierno, que nos acaricie. Aquello es tan difícil, como dejarme amar por Él. Y esto quizás es lo que debemos pedir hoy en la Misa".
Francisco concluyó invitando a los presentes a rezar por medio de sus palabras: "¡Señor, yo quiero amarte, pero enséñame la difícil ciencia, la difícil costumbre de dejarme amar por Ti, de sentirte cercano y de sentirte tierno!. ¡Que el Señor nos dé esta gracia!".

(ACI/EWTN Noticias)


-Parábola del buen samaritano:

"Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?»
Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto.
Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo.
De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo.
Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él.
Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: “Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.”
¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?»
El dijo: «El que practicó la misericordia con él.» Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo.»"  
(Lc 10, 29-37)

jueves, 6 de junio de 2013

Hay que ser leales a Dios y dejar los ídolos

VATICANO, 06 Jun. 13 / 10:15 am.

 El Papa exhorta a erradicar las idolatrías sutiles y ocultas en la propia vida

Cada uno de nosotros vive con pequeñas o grandes idolatrías, pero el camino que nos lleva a Dios pasa por un amor que es exclusivo a Él, como Jesús nos lo enseñó. Lo afirmó así este jueves el Papa Francisco en la misa matutina de la Casa Santa Marta.

Cuando el escriba se acercó a Jesús para preguntarle lo que, según él, es "el primero de todos los mandamientos" es probable que su intención no fuera tan inocente. Es así como el papa Francisco inicia la homilía evaluando el comportamiento del hombre que, en la narración evangélica de la liturgia de hoy, se dirige a Cristo dando la impresión de "ponerlo a prueba", si no es de "hacerlo caer en la trampa".

Y cuando -a la cita bíblica de Jesús: "Escucha, oh Israel. El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno"-, el escriba responde aprobando, el Papa llama la atención sobre el comentario de Cristo: "No estás lejos del Reino de Dios".

En esencia, dice Francisco, con el "no estás lejos", Jesús quería decirle al escriba: "Sabes muy bien la teoría", pero "todavía te falta una distancia hacia el Reino de Dios", es decir, debes caminar para transformar en "realidad este mandamiento ", ya que "la confesión de Dios" se hace en el "camino de la vida".

Añadió el santo padre que "no basta decir: 'Pero yo creo en Dios, Dios es el único Dios'. Está bien, pero ¿cómo vives este camino de vida? Porque podemos decir: 'El Señor es el único Dios, solamente, no hay otro', pero a la vez vivir como si Él no fuera el único Dios y tener otras deidades a nuestra disposición. Es el peligro de la idolatría: la idolatría que llega a nosotros con el espíritu del mundo. Y Jesús, en esto, era claro: el espíritu del mundo, no. Y en la última Cena Jesús pide al Padre que nos defienda del espíritu del mundo, porque el espíritu del mundo nos lleva a la idolatría".

"La idolatría es sutil", todos nosotros "tenemos nuestros ídolos ocultos" y "el camino de la vida para llegar, para no estar lejos del Reino de Dios", implica "descubrir los ídolos ocultos". Un comportamiento que ya se encuentra en la Biblia -recuerda-, se lee en el episodio en el que Raquel, mujer de Jacob, finge no tener consigo ídolos, los cuales ha llevado de la casa de su padre y los ha escondido detrás de su caballo.

También nosotros, dijo Francisco, "lo hemos escondido en un caballo, pero tenemos que buscarlo y debemos destruirlo", porque la única manera de seguir a Dios es la de un amor basado en la "lealtad".
"Y la lealtad -prosiguió-, nos pide que ahuyentemos los ídolos, descubrirlos: están ocultos en nuestra personalidad, en nuestra forma de vida. Pero estos ídolos ocultos hacen que no seamos fieles en el amor. El apóstol Santiago, cuando dice: 'Quien es amigo del mundo, es enemigo de Dios', comienza diciendo: '¡Ustedes adúlteros!'. Nos reprocha, pero con el adjetivo: ¡adúlteros! ¿Por qué? Porque quien es "amigo" del mundo es un idólatra, ¡no es fiel al amor de Dios! El camino para no estar lejos, para avanzar en el Reino de Dios, es un camino de lealtad que se asemeja a la del amor conyugal".

Mientras que "con las pequeñas idolatrías que tenemos", ¿cómo es posible, no ser fiel "a un amor tan grande?". Para ello, es necesario confiar en Cristo, que es "fidelidad plena" y que "nos ama tanto".
"Podemos preguntarle ahora a Jesús: 'Señor, tú que eres tan bueno, enséñame el camino para estar cada día menos lejos del Reino de Dios, aquella manera para ahuyentar todos los ídolos'. Es difícil, pero tenemos que empezar... Los ídolos ocultos en los muchos caballos que tenemos en nuestra personalidad, en nuestra forma de vida: mandar lejos el ídolo de lo mundano, que nos lleva a convertirnos en enemigos de Dios. Pidamos esta gracia en Jesús, hoy."

Concelebraron con el papa el arzobispo de Curitiba en Brasil, monseñor José Vitti; y los obispos de Ibiza en España, Monseñor Juan Segura, y de Sagar en la India, monseñor Chirayath Anthony. Según informó Radio Vaticana, también asistieron empleados de la Biblioteca Apostólica Vaticana, acompañados por el viceprefecto Ambrogio Paizzoni, y un grupo de personal de la Universidad Lateranense, acompañados por el vicerrector, monseñor Patrick Valdrini.

(ACI)

Cita sobre la última cena que menciona el Papa:

"No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno." (Jn 17, 15)

Cita de Santiago que hace mención el Papa:

"Pedís y no recibís porque pedís mal, con la intención de malgastarlo en vuestras pasiones. ¡Adúlteros!, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, pues, que desee ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios." (Sant 4, 3-4)

miércoles, 5 de junio de 2013

No manda el hombre, el que manda es el dinero

05/06/13 12:47 PM.
 

El Obispo de Roma denunció que el hombre está destruyendo la naturaleza, la creación y las relaciones humanas.

«Estamos viviendo un momento de crisis, lo vemos en el ambiente, pero sobre todo en el hombre. El ser humano está en peligro y el peligro es grave porque la causa del problema no es superficial, sino profunda, no es sólo una cuestión de economía, sino de ética y de antropología», afirmó.

El pontífice destacó que la Iglesia lo ha dicho en numerosas ocasiones: «Muchos dicen, sí, es verdad..., pero el sistema continúa como antes, ya que lo que dominan son las dinámicas de una economía y de una finanza carente de ética», agregó.

«Así, hombres y mujeres son sacrificados a los ídolos del beneficio y del consumo. Es la cultura del desecho, del descarte. Si se rompe un ordenador es una tragedia, pero la pobreza, los necesitados, los dramas de tantas personas acaban por entrar en la normalidad», denunció.
Su denuncia fue más allá y con vehemencia agregó: «en el mundo no manda el hombre, el que manda es el dinero. Sin embargo, Dios dio al hombre la obligación de custodiar la tierra, no se la dio al dinero».

En esa línea, el papa argentino añadió que si un hombre muere de frío en una plaza o numerosos niños mueren de hambre «eso entra en la normalidad» y el mundo no se escandaliza, pero si la bolsa de valores de una ciudad baja diez puntos, «es una tragedia mundial».

Francisco añadió que esa «cultura del desecho, del descarte» se está convirtiendo en «mentalidad común que contagia todos».

«La vida humana, las personas no son vistas ya como el valor primario que hay que respetar y tutelar, sobre todo si son pobres o enfermos, sino que todavía no sirven -como el no nacido- o que no sirven más, como el anciano».

«Esta cultura del desecho -continuó- nos ha hecho insensible también al derroche alimentario, que es aún más despreciable cuando en todas partes del mundo muchas personas sufren hambre y malnutrición», denunció.
El papa Bregoglio recordó que nuestros abuelos tenían mucho cuidado en no tirar nada de la comida que sobraba, pero subrayó que el consumismo nos ha inducido a acostumbrarnos a lo superfluo, al derroche diario de comida y muchas veces «no somos ya ni capaces de dar el valor justo, que va más allá de los parámetros económicos».
 «Recordemos siempre que la comida que tiramos es como si la hubiésemos robado de la mesa de quien es pobre, de quien tiene hambre», manifestó.

Francisco exhortó a los fieles a respetar la creación y cuidar de las personas, de contrastar la cultura del derroche y del descarte y de promover una cultura de la solidaridad y del encuentro.
Sobre la creación, el Papa echó manos del libro del Génesis y dijo que Dios puso al hombre y a la mujer en la tierra para que cultivasen y custodiaran la creación, pero que el hombre «guiado por la soberbia del dominar, del poseer, del manipular, del explotar la tierra, no la custodia, no la respeta y no la considera un don gratuito que cuidar».

A la audiencia asistieron varios miles de fieles de España, Colombia, Uruguay, Argentina, México y otros países latinoamericanos, a los que invitó a respetar y cuidar la creación y promover una cultura de la solidaridad.
Antes de comenzar la audiencia, como ya es habitual, Bergoglio recorrió la plaza de San Pedro en el papamóvil.

(Agencias/InfoCatólica)

No hay verdad sin amor

VATICANO, 04 Jun. 13 / 11:04 am.

 La hipocresía es el lenguaje de la corrupción, dice el Papa Francisco

En la Misa que presidió en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco señaló que un cristiano no utiliza un "lenguaje socialmente educado", propenso a la hipocresía, sino más bien se hace portavoz de la verdad del Evangelio con la misma transparencia de los niños.

La hipocresía es el lenguaje preferido de los corruptos. La escena evangélica del impuesto al César, y la pregunta tramposa de los fariseos y de los partidarios de Herodes a Cristo sobre la legitimidad de aquel tributo, dio al Papa motivo para su reflexión de hoy en continuidad con la homilía del lunes.

La intención con la que se acercan a Jesús, afirmó, es la de hacerlo "caer en la trampa". La pregunta si era contrario o no a pagar los impuestos al César es planteada "con palabras suaves, con palabras bellas, con palabras edulcoradas". "Pretenden –agregó– mostrarse amigables". Pero todo es falso. Porque, explicó Francisco, "estos no aman la verdad" sino sólo a sí mismos, "y así buscan engañar, involucrar al otro en su mentira. Tienen el corazón mentiroso, no pueden decir la verdad":
"La hipocresía es precisamente el lenguaje de la corrupción. Y cuando Jesús habla a sus discípulos, dice: ‘¡Cuando digan ‘sí’, que sea sí, y cuando digan ‘no’, que sea no!’. La hipocresía no es un lenguaje de verdad, porque la verdad jamás va sola. ¡Jamás! ¡Va siempre con el amor! No hay verdad sin amor. El amor es la primera verdad. Si no hay amor, no hay verdad. Estos quieren una verdad esclava de los propios intereses. Podemos decir que hay un amor: pero es el amor de sí mismos, el amor a sí mismos. Aquella idolatría narcisista que los lleva a traicionar a los otros, los lleva a los abusos de confianza".

El Papa dijo que aquello que parece un "lenguaje persuasivo", insistió el Obispo de Roma, lleva en cambio "al error, a la mentira". El Pontífice hizo notar que aquellos que hoy se acercan a Jesús y "parecen tan amables con el lenguaje, son los mismos que el jueves, al anochecer, irán a apresarlo en el Huerto de los Olivos, y el viernes lo llevarán ante Pilato". En cambio, Jesús pide a quien lo sigue exactamente lo contrario, una lengua "si, si, no, no", una "palabra de verdad y con amor":
"Y la mansedumbre que Jesús quiere de nosotros no tiene nada, nada de esta adulación, nada que ver con esta forma edulcorada de avanzar. ¡Nada! La mansedumbre es simple; es como aquella de un niño. Y un niño no es hipócrita, porque no es corrupto. Cuando Jesús nos dice: ¡Cuando digan «sí», que sea sí, y cuando digan «no», que sea no! con espíritu de niños, se refiere al contrario de la forma de hablar de estos".

La última consideración del Santo Padre se refirió a una "cierta debilidad interior", estimulada por la "vanidad", por la que, constató, "nos gusta que digan cosas buenas de nosotros". Esto "lo saben los corruptos" y "tratan de debilitarnos con ese lenguaje":
"Pensemos bien: ¿cuál es nuestra lengua hoy? ¿Hablamos con verdad, con amor, o hablamos un poco con aquel lenguaje social de seres educados, también diciendo cosas bellas, pero que no sentimos? ¡Que nuestro hablar sea evangélico, hermanos! Estos hipócritas que comienzan con el halago, la adulación y todo esto, terminan, buscando falsos testimonios para acusar a quien habían halagado. Pidamos hoy al Señor que nuestro hablar sea el hablar de los simples, hablar de niño, hablar de hijos de Dios, hablar en verdad del amor", concluyó el Santo Padre.

Concelebró con el Papa el Padre Hans Zollner, del Instituto de Psicología de la Universidad Gregoriana, presidente del comité organizador del Simposio "Hacia la curación y la renovación" (2012) y uno de los fundadores del Centro para la Protección de Menores que la Pontificia Universidad Gregoriana ha instituido en Múnich, Alemania. Al final de la Misa, Francisco encontró al Padre Zollner, reiterándole su deseo que se continúe la lucha contra los abusos en la Iglesia.

(ACI/EWTN Noticias)

"Sea vuestro lenguaje: “Sí, sí”; “no, no”: que lo que pasa de aquí viene del Maligno." (Mt 5, 37)