lunes, 30 de septiembre de 2013

Si un catequista se deja llevar por el miedo, es un cobarde

VATICANO, 27 Sep. 13 / 05:31 pm.

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El Papa Francisco se reunió en el Vaticano con más de 1.600 catequistas procedentes de todo el mundo que han acudido a Roma en peregrinación por el Año de la Fe. El Papa ingresó caminando desde el fondo del Aula Pablo VI y saludó a los entusiastas catequistas.

Francisco se dirigió a los catequistas con un discurso preparado aunque levantó la mirada de los papeles con frecuencia para explicar los tres puntos que considera indispensables para cualquier buen catequista. El Papa dijo que ser buen catequista significa tener familiaridad con Jesús, imitar a Cristo que significa ir a buscar a los demás y no tener miedo de ir a la periferia con Jesús.

El Papa dijo que ser catequista es una verdadera vocación porque no se trabaja o se hace de catequista sino que "se es catequista". Citando a Benedicto XVI, recordó que la Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción, y lo que atrae es el testimonio. Asimismo, mencionó las palabras que solía decir san Francisco de Asís: "predicad siempre el Evangelio y si fuera necesario también con las palabras".

El Papa resaltó que "ser catequista requiere amor, amor cada vez más fuerte a Cristo y amor a su pueblo santo y este amor necesariamente viene de Cristo". Y les ha preguntó: "¿Qué significa este venir de Cristo para un catequista?". En tres puntos lo explicó.
Francisco consideró esencial la familiaridad que se debe gestar entre el catequista y Jesús. Y aseguró que tener un "título de catequista" es solo un pequeño camino porque enseñar la fe no se trata de de un título, sino que "es una actitud".

Dejarse mirar por Cristo, señaló el Obispo de Roma, es una forma de rezar. "Esto calienta el corazón, tiene acceso al fuego de la amistad, hace sentir que Él verdaderamente me mira, está cerca de mí y me quiere", indicó.

El Papa reconoció que entiende que no es sencilla la tarea, "especialmente para quien está casado y tiene hijos". Expresó que no es necesario hacer todo de la misma manera, porque en la Iglesia "hay variedad de vocaciones y variedad de formas espirituales". Lo importante, remarcó, "es encontrar el modo adecuado para estar con el Señor; y esto se puede, es posible en cada estado de vida".

El segundo elemento que puntualizó es imitar a Cristo en el salir de sí e "ir al encuentro con el otro". Aunque aceptó que parece una experiencia paradójica, describió: "¡Quien pone al centro de la propia vida a Cristo se descentra! Cuanto más te unes a Jesús, Él se convierte en el centro de tu vida; cuánto más Él te hace salir de ti mismo, te descentra y te abre a los otros". Y utilizó una metáfora al decir que el corazón del catequista realiza esas acciones como los movimientos cardíacos de la sístole y la diástole.

En tercer lugar, Francisco habló de la historia de Jonás, un hombre pío que cuando el Señor lo llama para predicar en Nínive no se siente capaz. "Nínive está fuera de sus esquemas, está en la periferia de su mundo. Dios no tiene miedo de las periferias". Y añadió que Dios es siempre fiel, creativo, no es cerrado ni rígido, nos acoge, nos viene al encuentro, nos comprende.

También destacó la creatividad del catequista como una columna de su labor. "Si un catequista se deja llevar por el miedo, es un cobarde; si un catequista se queda tranquilo termina por ser una estatua de museo; si un catequista es rígido, se vuelve reseco y estéril", advirtió.
Del mismo modo, recordó que prefiere "una Iglesia accidentada que una Iglesia enferma". Y en esta labor, "nuestra belleza y nuestra fuerza" es que "si salimos a llevar su Evangelio con amor Él camina con nosotros" y "nos primerea" siempre.

El Santo Padre subrayó que Dios siempre "nos precede y que si tenemos miedo de ir a una periferia, en realidad Él ya está allí". Al finalizar, dio las gracias a los catequistas y los invitó a permanecer con Cristo, ser una sola cosa con Él, seguirlo e imitarlo.

(ACI/EWTN Noticias)

jueves, 26 de septiembre de 2013

No se puede conocer a Jesús en la tranquilidad, sino en lo cotidiano

VATICANO, 26 Sep. 13 / 10:25 am.

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El Papa Francisco celebró esta mañana, como todos los días, la Misa en la capilla de la Casa Santa Marta, en su homilía el Santo Padre afirmó que a Jesús no se le puede conocer en " primera clase", sino en la vida cotidiana.

El Papa desarrolló su homilía en torno a la pregunta que Herodes hace a Jesús. Un interrogatorio, dijo, "que en realidad se hacen todos los que encuentran a Jesús", una pregunta "que se puede hacer por curiosidad" o se "puede hacer por seguridad". Asimismo, observó que leyendo el Evangelio vemos que "algunos comienzan a sentir miedo de este hombre, porque les puede llevar a un conflicto político con los romanos".

El Santo Padre añadió que "no se puede conocer a Jesús sin tener problemas. Y yo diría: si quieres tener un problema, ve por el camino de conocer a Jesús y tendrás ¡No uno sino muchos! ¡Pero es el camino para conocer a Jesús! ¡No se puede conocer a Jesús en primera clase! A Jesús se le conoce en el andar cotidiano de todos los días. No se puede conocer a Jesús en la tranquilidad, ni si quiera en la biblioteca. ¡Conocer a Jesús!".

Del mismo modo explicó que se puede conocer a Jesús en el catecismo porque éste nos enseña muchas cosas sobre Jesús. "Debemos estudiarlo, debemos aprenderlo".

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Así, continúo, "conocemos al Hijo de Dios, que ha venido para salvarnos; entendemos toda la belleza de la historia de la Salvación, del amor del Padre, estudiando el Catecismo". A este punto, preguntó "¿cuántos han leído el Catecismo de la Iglesia Católica desde que se publicó hace 20 años?". "Sí, se debe conocer a Jesús en el Catecismo. Pero no es suficiente conocerlo con la mente: es un paso", señaló Francisco.

Por eso que es necesario conocerlo en el diálogo con Él, hablando con Él, en la oración, de rodillas. "Si no rezas, si no hablas con Jesús, no lo conoces. Sabrás cosas de Jesús, pero no vas con ese conocimiento que te da el corazón en la oración", dijo el Pontífice.

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Al conocimiento de Jesús a través del catecismo y la oración añadió una tercera vía: el discipulado, "ir con Él, caminar con Él". Por eso, indicó el Papa, "es necesario conocer a Jesús con el lenguaje de la acción".

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Para concluir señaló que "no se puede conocer a Jesús sin involucrarse con Él, sin apostar la vida por Él. Cuando tanta gente -también nosotros- se hace esta pregunta '¿quién es este?' la Palabra de Dios nos responde: '¿tú quieres conocer quién es este?' A lo que el santo padre respondió: "lee lo que la Iglesia te dice de Él, hablar con Él en la oración y anda su camino con Él".

 (ACI/EWTN Noticias)

lunes, 23 de septiembre de 2013

Alardear de ayudar a los pobres es un grave pecado

22/09/13 8:57 PM.

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El papa Francisco critica a quien alardea de ayudar a los pobres, denuncia un sistema económico que sitúa al dinero como ídolo.


El Papa criticó hoy a todos aquellos que alardean de ayudar a los pobres y aseguró que se trata de un «pecado muy grave», por lo que defendió obrar siempre en esos casos «con ternura y humildad». Así habló el pontífice durante su discurso a un grupo de pobres y presos en la catedral de Cagliari, en la isla de Cerdeña. El papa dedico su alocución a la solidaridad y a la caridad hacia los más necesitados y destacó que a veces se ve «arrogancia» en la ayuda a los pobres».

«Algunos alardean, se llenan la boca con los pobres, algunos instrumentalizan a los pobres por interés personal o de su grupo. Lo sé, es humano, pero no está bien», aseveró el papa. Agregó que es «un grave pecado. Sería mejor que se quedasen en casa antes de usar a los pobres por su propia vanidad».

En la catedral de Cagliari estaban presentes 136 pobres que viven gracias a la ayuda de Caritas, así como veintidós detenidos procedentes de varias cárceles de Cerdeña.

«Todos tenemos miserias y dificultades. Nadie es mejor que otro, todos somos iguales ante Dios», dijo el Papa Francisco. Advirtió de que la palabra «solidaridad» parece «que vaya a ser eliminada del diccionario» porque es algo que «molesta» ya que implica tener que ocuparse de los demás, de los que más lo necesitan. El pontífice recordó que la Iglesia «tiene una fuerte responsabilidad para sembrar la esperanza con obras de solidaridad, pero siempre buscando colaborar de manera mejor con las instituciones públicas».

En su segundo viaje por Italia (el primero fue a la isla de Lampedusa), el Papa Francisco volvió a elegir un lugar símbolo de las dificultades, pues Cerdeña es una de la regiones más afectadas por la crisis económica. El papa inició su visita a Cagliari con un discurso centrado en el drama del desempleo y después ofició una misa ante el Santuario de Nuestra Señora de Bonaria (traducible por «Buen aire»), que da el nombre a la capital de Argentina y su ciudad natal. Francisco también pronunciará un discurso en la Pontifica Universidad y tendrá un encuentro con los jóvenes en el paseo marítimo de la capital de la Cerdeña.

 (EFE/InfoCatólica)

viernes, 20 de septiembre de 2013

Entrevista de revista Jesuita al Papa Francisco


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Entrevista completa hecha en el mes de agosto al Papa Francisco por el Padre Antonio Spadaro, SJ, director de la revista La Civiltá Cattolica, publicación jesuita que es revisada por la Secretaría de Estado del Vaticano.

Debido a la polémica causada en los medios de comunicación, es imprescindible leer el texto tal cual fue redactado:




*Nota: el texto está en formato PDF, requiere para ser leído el siguiente programa (en caso de no tenerlo instalado en el equipo): 

miércoles, 18 de septiembre de 2013

La madre Iglesia defiende a sus hijos

VATICANO, 17 Sep. 13 / 11:47 am.

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En la homilía de la Misa que presidió esta mañana en la capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco señaló que la Iglesia es una Madre, viuda y valiente, que defiende a sus hijos y que les habla con el "dialecto" de la verdadera ortodoxia, del Catecismo para que ellos puedan luchar contra el mal y para ella llevar a los suyos a la vida eterna con el Esposo que es Jesús.

El Santo Padre reflexionó sobre el encuentro de Jesús y la mujer viuda de Naim en el Evangelio de hoy. El Señor, dijo el Papa, se conmueve con esta madre que ahora ha perdido al hijo. Con este pasaje "pienso también que esta viuda es un ícono de la Iglesia, porque también la Iglesia es en cierto sentido viuda. Su Esposo se ha marchado y Ella camina en la historia, esperando encontrarlo, encontrarse con Él. y Ella será la esposa definitiva. Pero mientras tanto Ella - la Iglesia - ¡está sola! El Señor no es visible. Tiene una cierta dimensión de viudez".

Esto, dijo el Pontífice, "me hace pensar a la viudez de la Iglesia. Esta Iglesia valiente, que defiende a los hijos, como aquella viuda que iba al juez corrupto para defender, defender y al final ha vencido. ¡Nuestra madre Iglesia es valiente! Tiene aquel valor de una mujer que sabe que sus hijos son suyos y debe defenderlos y llevarlos al encuentro con su Esposo".

El Papa se detuvo en algunas figuras de viudas en la Biblia, en particular en la valiente viuda macabea con siete hijos que son martirizados por no renegar a Dios. La Biblia, subrayó el Santo Padre, dice de esta mujer que hablaba a los hijos "en dialecto, en la primera lengua".
Francisco dijo que la Iglesia "nos habla en dialecto, en aquella lengua de la verdadera ortodoxia que todos nosotros entendemos, aquella lengua del catecismo" que "precisamente nos da la fuerza para ir adelante en la lucha contra el mal".

"Me dan ganas de pedir al Señor la gracia de confiarnos siempre en esta ‘mamá’ que nos defiende, nos enseña, nos hace crecer y nos habla en el dialecto", añadió el Papa.

El Papa explicó que la Iglesia "cuando es fiel sabe llorar. Cuando la Iglesia no llora, algo no va bien. Llora por sus hijos ¡y reza! Una Iglesia que va adelante y hace crecer a sus hijos, les da fuerza y los acompaña hasta la última despedida para dejarlos en las manos de su Esposo que al final también Ella encontrará. ¡Esta es nuestra madre Iglesia!".

"Yo la veo en esta viuda, que llora. Y ¿qué cosa dice el Señor a la Iglesia? ‘No llores. Estoy contigo, te espero, te espero allá, en las bodas, las últimas bodas, aquellas del cordero. ¡Detente, este tu hijo que estaba muerto, ahora vive!’". Y esto, prosiguió, "es el diálogo del Señor con la Iglesia". Ella "defiende a los hijos, pero cuando ve que los hijos están muertos, llora y el Señor le dice: ‘Estoy contigo y tu hijo está conmigo’".

Como dijo al muchacho en Naim de levantarse de su lecho de muerte, tantas veces Jesús pide levantarse "cuando estamos muertos por el pecado y vamos a pedir perdón". Y ¿qué cosa hace entonces Jesús "cuando nos perdona, cuando no devuelve la vida?": nos restituye a la Madre Iglesia.

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"Nuestra reconciliación con el Señor no termina en el diálogo ‘Yo, tú y el cura que me da el perdón"; termina cuando Él nos restituye a nuestra madre. Allí termina la reconciliación, porque no hay camino de vida, no hay perdón, no hay reconciliación fuera de la madre Iglesia. Y así, viendo a esta viuda, me vienen todas estas cosas, un poco en desorden… Pero veo en esta viuda el ícono de la viudez de la Iglesia que está en camino para encontrar a su Esposo".

(ACI/EWTN Noticias)

domingo, 15 de septiembre de 2013

La alegría de Dios es perdonar

VATICANO, 15 Sep. 13 / 11:45 am.

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El Papa Francisco recordó las parábolas de la oveja perdida, la de la moneda perdida y la del hijo pródigo, durante sus palabras previas al rezo del Ángelus, y aseguró que “la alegría de Dios es perdonar”.

“Todas estas tres parábolas hablan de la alegría de Dios. Dios es gozoso, es interesante esto, Dios es gozoso, y ¿cuál es la alegría de Dios? La alegría de Dios es perdonar”.

El Santo Padre, ante los miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro, indicó que “¡la alegría de Dios es perdonar! Es la alegría de un pastor que encuentra a su ovejita; la alegría de una mujer que encuentra su moneda; es la alegría de un padre que vuelve a recibir en casa al hijo que se había perdido, que estaba como muerto y ha vuelto a la vida. Ha vuelto a casa”.

“¡Aquí está todo el Evangelio, aquí, eh, aquí está todo el Evangelio, está el Cristianismo! ¡Pero miren que no es sentimiento, no es ‘ostentación de buenos sentimientos’! Al contrario, la misericordia es la verdadera fuerza que puede salvar al hombre y al mundo del ‘cáncer’ que es el pecado, el mal moral, el mal espiritual”.

El Papa subrayó que “solo el amor llena los vacíos, los abismos negativos que el mal abre en el corazón y en la historia. Sólo el amor puede hacer esto. Y ésta es la alegría de Dios”.

“Jesús es todo misericordia, Jesús es todo amor: es Dios hecho hombre. Cada uno de nosotros, cada uno de nosotros es esa oveja perdida, esa moneda perdida, cada uno de nosotros es ese hijo que ha desperdiciado su propia libertad siguiendo ídolos falsos, espejismos de felicidad, y ha perdido todo”.

Sin embargo, el Papa aseguró que “Dios no nos olvida, el Padre no nos abandona jamás. Pero es un Padre paciente, nos espera siempre. Respeta nuestra libertad, pero permanece siempre fiel. Y cuando volvemos a Él, nos acoge como hijos, en su casa, porque no deja jamás, ni siquiera por un momento, de esperarnos, con amor”.

“Y su corazón está de fiesta por cada hijo que vuelve. Está de fiesta porque es alegría. Dios tiene esta alegría, cuando uno de nosotros, pecadores, va a Él y pide su perdón”.

El Santo Padre advirtió sobre el peligro de que nosotros asumamos “que somos justos, y juzgamos a los demás. Juzgamos también a Dios, porque pensamos que debería castigar a los pecadores, condenarlos a muerte, en lugar de perdonar”.

“¡Entonces sí que corremos el riesgo de permanecer fuera de la casa del Padre! Como ese hermano mayor de la parábola, que en lugar de estar contento porque su hermano ha vuelto, se enoja con el padre que lo ha recibido y hace fiesta”.

El Papa señaló que “si en nuestro corazón no hay misericordia, la alegría del perdón, no estamos en comunión con Dios, incluso si observamos todos los preceptos, porque es el amor el que salva, no la sola práctica de los preceptos. Es el amor por Dios y por el prójimo lo que da cumplimiento a todos los mandamientos”.

“Y esto es el amor de Dios, su alegría, perdonar. Nos espera siempre. Quizá alguien tiene en su corazón algo grave, pero he hecho esto, he hecho aquello, Él te espera, Él es Padre. Siempre nos espera”.

Francisco advirtió que “si nosotros vivimos según la ley del ‘ojo por ojo, diente por diente’, jamás salimos de la espiral del mal. El Maligno es astuto, y nos hace creer que con nuestra justicia humana podemos salvarnos y salvar al mundo”.

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“En realidad, ¡sólo la justicia de Dios nos puede salvar! Y la justicia de Dios se ha revelado en la Cruz: la Cruz es el juicio de Dios sobre todos nosotros y sobre este mundo. ¿Pero cómo nos juzga Dios? ¡Dando la vida por nosotros! He aquí el acto supremo de justicia que ha vencido de una vez para siempre al Príncipe de este mundo; y este acto supremo de justicia es precisamente también el acto supremo de misericordia”.

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“Jesús nos llama a todos a seguir este camino: ‘Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso’”.

“Yo les pido una cosa ahora. En silencio, todos, pensemos, cada uno piense, en una persona con la que no estamos bien, con la cual estamos enojados y que no la queremos. Pensemos en esa persona y en silencio en este momento oremos por esta persona. Y seamos misericordiosos con esta persona”, concluyó.

(ACI/EWTN Noticias)

viernes, 13 de septiembre de 2013

jueves, 12 de septiembre de 2013

La Iglesia es la totalidad de los creyentes

VATICANO, 11 Sep. 13 / 10:15 am.

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El Papa Francisco retomó esta mañana sus catequesis sobre la Iglesia en este Año de la Fe y, ante unas cincuenta mil personas presentes en la Plaza de San Pedro, explicó que la Iglesia es madre y que todos somos parte de ella, no solo los obispos "y los curas".

"A veces oigo decir. ‘Yo creo en Dios pero no en la Iglesia...porque he oído que la Iglesia dice... que los curas dicen’. Pero una cosa son los curas y otra es que la Iglesia no está formada solo por los curas, la Iglesia somos todos. Y si vos decís que creés en Dios pero no en la Iglesia, estás diciendo que no creés en ti mismo. Y eso es una contradicción".

El Papa Francisco dijo que "la Iglesia somos todos: desde el niño recién bautizado hasta los obispos y el Papa: todos somos Iglesia y todos somos iguales a los ojos de Dios. Todos estamos llamados a colaborar en el nacimiento a la fe de nuevos cristianos, todos estamos llamados a ser educadores en la fe, a anunciar el Evangelio. Todos participamos de la maternidad de la Iglesia, todos somos Iglesia, para que la luz de Cristo llegue a los extremos confines de la tierra. ¡Viva la Santa Madre Iglesia!".

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El Santo Padre reflexionó en torno a la maternidad de la Iglesia, recordando que "entre las imágenes que el Concilio Vaticano II ha elegido para hacernos comprender mejor la naturaleza de la Iglesia está la de la ‘madre’: La Iglesia es nuestra madre en la fe y en la vida sobrenatural".

"Para mí es la imagen más bella de la Iglesia: la Iglesia es madre. ¿De qué forma y de qué manera la Iglesia es madre? Vamos a partir de la realidad humana de la maternidad". "En primer lugar una madre genera a la vida, lleva en su seno durante nueve meses a su hijo y luego lo abre a la vida, generándolo. Así es la Iglesia, nos engendra en la fe, a través de la obra del Espíritu Santo que la hace fecunda, como la Virgen María".

Ciertamente, prosiguió el Santo Padre, "la fe es un acto personal, pero la fe la recibimos de los demás, en una familia, en una comunidad que me enseña a decir ‘yo creo’, ‘creemos’. ¡Un cristiano no es una isla! No nos hacemos cristianos en un laboratorio, no nos convertimos en cristianos solos, y gracias a nuestras propias fuerzas, sino que la fe es un regalo, un don de Dios que se nos da en la Iglesia y por la Iglesia".

"Y la Iglesia nos da la vida de la fe en el bautismo: es el momento en el que nos hace nacer como hijos de Dios, cuando Dios nos da la vida, nos genera como una madre. Esto nos hace entender algo muy importante: nuestro formar parte de la Iglesia no es un hecho exterior y formal, no es llenar un formulario; es un acto interior y vital; no se pertenece a la Iglesia como a una sociedad, a un partido o a cualquier otra organización. El vínculo es vital, como el que se tiene con la propia madre porque la Iglesia es realmente la madre de los cristianos".

 

El Papa resaltó que "una madre no se limita a dar la vida, sino que con gran atención ayuda a sus hijos a crecer, los amamanta, los alimenta, les enseña el camino de la vida, los acompaña. Y también sabe corregir, perdonar, entender, sabe estar cerca en la enfermedad y en el dolor. En pocas palabras, una buena madre ayuda a sus hijos a salir de sí mismos, a no quedarse cómodamente bajo sus alas".

"La Iglesia, como una buena madre, hace lo mismo: acompaña nuestro crecimiento transmitiendo la Palabra de Dios, que es una luz que nos muestra el camino de la vida cristiana; administrando los sacramentos. Nos alimenta con la Eucaristía, nos trae el perdón de Dios a través del sacramento de la Penitencia, nos sostiene en tiempos de enfermedad con la Unción de los Enfermos. La Iglesia nos acompaña a lo largo de nuestra vida de fe, a través de nuestra vida cristiana".

Francisco señaló que en los primeros siglos de la Iglesia había una realidad muy clara: "la Iglesia, mientras es la madre de los cristianos, mientras ‘hace’ cristianos está ‘hecha’ por ellos. La Iglesia no es algo diferente de nosotros mismos, sino que debe ser vista como la totalidad de los creyentes, como el "nosotros" de los cristianos: yo, tú, nosotros somos parte de la Iglesia".

(ACI/EWTN Noticias)

lunes, 9 de septiembre de 2013

El perdón universal pasa por la cruz

VATICANO, 08 Sep. 13 / 11:28 am.


En sus palabras previas al rezo del Ángelus, ante la multitud reunida en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco exhortó a renunciar al mal y al odio fratricida y escoger el bien.

“En este momento en que estamos firmemente orando por la paz”, dijo el Papa, la Palabra del Señor “nos toca en lo más vivo, y, esencialmente, nos dice: ¡hay una guerra más profunda que tenemos que luchar, todos! ¡Es la decisión firme y valiente de renunciar al mal y a sus seducciones y de escoger el bien, listos para pagar en persona: he aquí el seguimiento de Cristo, he aquí el tomar la propia cruz! Esta guerra profunda contra el mal”.

El Santo Padre recordó que “en el Evangelio de hoy, Jesús insiste en las condiciones para ser sus discípulos: no anteponer nada al amor por Él , llevar la propia cruz y seguirlo”.

“Mucha gente, de hecho, se acercaba a Jesús, quería estar entre sus seguidores; esto sucedía especialmente después de alguna señal prodigiosa, que lo acreditaba como el Mesías, el Rey de Israel. Pero Jesús no quiere ilusionar a nadie. Él sabe muy bien lo que le espera en Jerusalén, cuál el camino que el Padre le pide recorrer: es el camino de la cruz, del sacrificio de sí mismo por el perdón de nuestros pecados”.

Francisco señaló que “¡seguir a Jesús no significa participar en un cortejo triunfal! Significa compartir su amor misericordioso, entrar en su gran obra de misericordia hacia cada hombre y hacia todos los hombres. ¡La obra de Jesús es precisamente una obra de misericordia, de perdón, de amor! ¡Es tan misericordioso Jesús! Y este perdón universal pasa por la cruz”.

El discípulo de Jesús renuncia a todos los bienes, porque ha encontrado en Él el Bien más grande, en el que cualquier otro bien recibe su pleno valor y significado: los lazos familiares, las otras relaciones, el trabajo, los bienes culturales y económicos y otros... El cristiano se desprende de todo y reencuentra todo en la lógica del Evangelio, la lógica del amor y el servicio”.

Esta exigencia es explicada por Jesús en dos parábolas, indicó el Papa, “la de la torre que se debe construir y la del rey que va a la guerra”.

En la segunda parábola, recordó el Santo Padre, Jesús dice “’¿y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz’. Aquí Jesús no quiere afrontar el tema de la guerra, es sólo una parábola”.

Francisco cuestionó  “¿de qué sirve hacer guerras, si tú no eres capaz de hacer esa guerra profunda contra el mal? ¡No sirve a nada! No va... Esto implica - entre otras cosas - decir ‘no’ al odio fratricida y a las mentiras de las que se sirve. Decir ‘no’ a la violencia en todas sus formas. Decir ‘no’ a la proliferación de armas y ‘no’ a su comercio ilegal”.

“Siempre queda la duda: esa guerra de allá, esta otra, porque en todas partes hay guerras ¿es verdaderamente una guerra por problemas o una guerra comercial para vender estas armas en el comercio ilegal? Éstos son los enemigos que hay que combatir unidos y con coherencia, no siguiendo intereses, que no sean los de la paz y el bien común”.

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El Santo Padre señaló además que “hoy recordamos también la Natividad de la Virgen María, la fiesta particularmente querida para las Iglesias Orientales”.

“Y todos nosotros podemos enviar un lindo saludo a todos los hermanos, hermanas, obispos, monjes y monjas de la Iglesias Orientales, ortodoxas y católicas: ¡un lindo saludo!... Jesús es el sol, María es la aurora que preanuncia su salida”.

“Anoche velamos encomendando a su intercesión nuestra oración por la paz en el mundo, especialmente en Siria y en todo Oriente Medio. La invocamos ahora como Reina de la Paz. ¡Reina de la Paz ruega por nosotros! ¡Reina de la Paz ruega por nosotros!”.

Al concluir sus palabras previas al rezo del Ángelus, el Santo Padre recordó a la nueva Beata italiana María Bolognesi.

“Recuerdo con alegría que ayer, en Rovigo, fue proclamada Beata María Bolognesi, fiel laica de esa tierra, nacida en 1924 y muerta en 1980. Entregó toda su vida al servicio de los demás, especialmente de los pobres y enfermos, soportando grandes sufrimientos, en profunda unión con la pasión de Cristo”.

“¡Demos gracias a Dios por este testimonio del Evangelio!”.

 (ACI/EWTN Noticias)

jueves, 5 de septiembre de 2013

Sólo a través de Cristo podemos llevar el Evangelio

VATICANO, 04 Sep. 13 / 01:34 pm.

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El Papa Francisco retomó hoy sus acostumbradas audiencias generales de los miércoles y recordó el gran evento de la Jornada Mundial de la Juventud celebrado en Río de Janeiro (Brasil) a finales de julio. El Santo Padre también explicó que un joven que acoge a Cristo es motivo de esperanza para la Iglesia y el mundo.

A continuación el texto completo de la audiencia general:

"Reanudamos el camino de las catequesis, después de las vacaciones de agosto, pero hoy quiero contarles acerca de mi viaje a Brasil, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. Ha pasado más de un mes, pero creo que es importante volver sobre este evento, pues la distancia de tiempo permite captar mejor el sentido.

En primer lugar quiero dar las gracias al Señor, porque Él lo guió todo con su providencia. ¡Para mí, viniendo de las Américas, fue un bonito regalo! Y por ello agradezco también a Nuestra Señora de Aparecida, que acompañó todo este viaje: hice la peregrinación al gran santuario nacional de Brasil, y su venerada imagen estaba siempre presente en el escenario de la JMJ.

Estaba muy feliz por eso, porque Nuestra Señora de Aparecida es muy importante para la historia de la Iglesia en Brasil, pero también para toda América Latina; los Obispos latinoamericanos y del Caribe en Aparecida vivimos una Asamblea General, con el Papa Benedicto: una etapa muy importante del camino pastoral en aquella parte del mundo en la que vive la mayor parte de la Iglesia católica.

Aunque ya lo he hecho, quiero renovar mi agradecimiento a todas las autoridades civiles y eclesiásticas, a los voluntarios, a la seguridad, a las comunidades parroquiales de Rio de Janeiro y de otras ciudades en Brasil, donde los peregrinos fueron recibidos con gran fraternidad.
De hecho, la acogida de las familias brasileñas y de las parroquias fue una de las características más bonitas de esta JMJ. Buena gente estos brasileños. Tienen un corazón muy grande. La peregrinación siempre implica inconvenientes, pero la acogida ayuda a superarlos y, de hecho, los transforma en ocasiones para el conocimiento y la amistad.

Nacen lazos que luego, se mantienen, sobre todo en la oración. También así crece la Iglesia en todo el mundo, como una red de verdaderos amigos en Jesucristo, una red que te prende y a la vez te libera. Así pues, acogida, esta es la primera palabra que surge de la experiencia del viaje a Brasil.
Otra palabra clave puede ser fiesta. La JMJ es siempre una fiesta, porque cuando una ciudad está llena de chicos y chicas que van por las calles con banderas de todo el mundo, saludándose, abrazándose, esto es una verdadera fiesta. Es una señal para todos, no sólo para los creyentes.
Pero después está la fiesta más grande que es la fiesta de la fe, cuando alabamos al Señor juntos, cantando, escuchando la Palabra de Dios, permaneciendo en silencio de adoración: todo esto es la culminación de la JMJ, es el verdadero propósito de esta peregrinación, y se vive de una manera particular en la gran Vigilia del sábado por la noche y en la Misa final. Ésta es pues la gran fiesta, la fiesta de la fe y de la fraternidad, que inicia en este mundo y que no tendrá fin. ¡Pero esto sólo es posible con el Señor! Sin el amor de Dios no hay verdadera fiesta para el hombre!

Acogida, fiesta. Pero no puede faltar un tercer elemento: la misión. Esta JMJ se caracterizó por un tema misionero: "Vayan y hagan discípulos de todas las naciones". Hemos oído la palabra de Jesús: es la misión que nos ha dado a todos. Es el mandato de Cristo resucitado a sus discípulos: "¡Vayan!", salgan de sí mismos, de toda cerrazón para llevar la luz y el amor del Evangelio a todos, hasta las extremas periferias de la existencia!

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Y fue precisamente ese mandato de Jesús que he confiado a los jóvenes que llenaban la inmensa playa de Copacabana. Un lugar simbólico, la orilla del océano, que parecía sugerir la orilla del lago de Galilea. Sí, porque aún hoy en día el Señor repite: "Vayan..." y agrega: " Yo estoy con vosotros, todos los días ...". ¡Esto es fundamental! Sólo a través de Cristo podemos llevar el Evangelio. Sin Él no podemos hacer nada, nos lo ha dicho Él mismo ( cf. Jn 15,5).

Con él, en cambio, unidos a Él, podemos hacer mucho. Incluso un chico, una chica, que a los ojos del mundo cuenta poco o nada, ante los ojos de Dios es un apóstol del Reino, ¡es una esperanza para Dios! A todos los jóvenes quisiera preguntar con fuerza: ¿Quieren ser una esperanza para Dios? ¿Quieren ser una esperanza para la Iglesia?

Un joven corazón que acoge el amor de Cristo, se convierte en esperanza para los otros, ¡es una fuerza inmensa! ¡Vosotros chicos y chicas, todos los jóvenes deben transformarse en esperanza! Abran las puertas hacia un mundo nuevo de esperanza. Ésta es su misión ¿Quieren ser esperanza para todos nosotros? Pensemos en lo que significa aquella multitud de jóvenes que han encontrado a Cristo resucitado, en Río de Janeiro, y llevan su amor en la vida de cada día, lo viven, lo comunican.
No terminan en los periódicos, porque no cometen actos violentos, no hacen escándalos, y por lo tanto no son noticia. Pero si permanecen unidos a Jesús, construyen su Reino, construyen fraternidad, comparten obras de misericordia, ¡son una fuerza poderosa para que el mundo sea más justo y más hermoso, para transformarlo! Pido ahora a los chicos y chicas: ¿tienen ustedes la valentía de asumir este reto? ¿Se animan para ser esta fuerza de amor y de misericordia que tiene el coraje de querer cambiar el mundo?

Queridos amigos, la experiencia de la JMJ nos recuerda la verdadera y gran noticia de la historia, la Buena Nueva, a pesar de que no aparece en los periódicos y en la televisión: somos amados por Dios, que es nuestro Padre y que envió a su Hijo Jesús para que estuviera cerca de cada uno de nosotros y nos salve. A salvarnos y a perdonarnos todo, porque Él siempre perdona. Porque Él es bueno y misericordiosos.

Acordaos: acogida, fiesta, misión: tres palabras. Que estas palabras no sean solo un recuerdo de lo que sucedió en Río, sino que sean el alma de nuestra vida y la vida de nuestras comunidades.

Gracias.

(ACI)

lunes, 2 de septiembre de 2013

No matar al prójimo con nuestra lengua

VATICANO, 02 Sep. 13 / 10:27 am.

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Donde está Dios no hay odio, envidia y celos, y no existen aquellas habladurías que matan a los hermanos, lo dijo el Papa Francisco esta mañana en Santa Marta, donde ha vuelto a celebrar la Misa con diversos grupos luego de la pausa del verano europeo.

El encuentro de Jesús con sus coterráneos, los habitantes de Nazaret, como lo cuenta el Evangelio de San Lucas propuesto por la liturgia del día, estuvo en el centro de la homilía del Papa.

Los nazarenos admiran a Jesús, observó el Pontífice, pero esperan de él algo asombroso: "querían un milagro, querían lo espectacular" para creer en él. De esta manera Jesús dice que no tienen fe y "ellos se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de matarlo":
"Pero miren cómo la cosa ha cambiado: comenzaron con belleza, con admiración, y terminaban con un crimen: queriendo matar a Jesús. Esto por los celos, la envidia, todas esas cosas… Esto no es algo que sucedió hace dos mil años: esto sucede cada día en nuestro corazón, en nuestras comunidades.

Cuando en una comunidad se dice: ‘¡Ah, qué bueno, este que ha venido!’. Se habla bien el primer día; no tanto el segundo, y al tercero se comienza a chismear y terminan despellejándolo".

Así los nazarenos "querían matar a Jesús". "Pero aquellos que en una comunidad hablan mal de los hermanos, de los miembros de la comunidad, quieren matar: ¡es lo mismo! El Apóstol Juan, en la primera Carta, capítulo III, versículo 15, nos dice: ‘Aquel que odia en su corazón a su hermano, es un homicida’. Nosotros estamos acostumbrados a las habladurías, a los chismes. ¡Cuántas veces nuestras comunidades, también nuestra familia, son un infierno donde se gesta esta criminalidad de matar al hermano y a la hermana con la lengua!".

"Una comunidad, una familia -continuó el Papa- es destruida por esta envidia, que el diablo siembra en el corazón y que hace que uno hable mal del otro, y así se destruya".

"En estos días -subrayó- estamos hablando tanto de la paz", vemos las víctimas de las armas, pero se debe también pensar a nuestras armas cotidianas: "la lengua, las habladurías, el chismorrear". Cada comunidad, concluyó el Papa, debe en cambio vivir con el Señor y ser "como el Cielo".

"Para que haya paz en una comunidad, en una familia, en un país, en el mundo, debemos comenzar así : estar con el Señor. Y donde está el Señor no hay envidia, no hay criminalidad, no hay odio, no hay celos. Hay fraternidad. Pidamos esto al Señor: Jamás matar al prójimo con nuestra lengua, y estar con el Señor, así estaremos todos con él en el Cielo. Así sea".

(ACI/EWTN Noticias)