lunes, 29 de septiembre de 2014

El Papa Francisco sobre la vanidad

VATICANO, 25 Sep. 14 / 11:18 am



El Papa Francisco reflexionó en su homilía de esta mañana en la Casa Santa Marta sobre la vanidad y en la necesidad de luchar contra este pecado toda la vida, ya que es “una enfermedad espiritual muy grave”.

Según señala Radio Vaticana, el Santo Padre tomó el ejemplo del libro de Eclesiastés para detenerse sobre la vanidad. Una tentación, señaló, que existe no sólo para los paganos, sino también para los cristianos, para "la gente de fe".

Jesús, recordó el Papa, "regañó mucho" a los que se jactaban. Para los doctores de la ley, añadió, decía que no deben "pasearse por las plazas" con "ropa de lujo" como "príncipes". Cuando tú rezas, ponía en guardia el Señor: "por favor, no te hagas ver, no reces porque te vean”, “ora en secreto, entra en tu cuarto”. Lo mismo, dijo el Pontífice, se debe hacer cuando ayudas a los pobres: "No toques trompeta, hazlo a escondidas. El Padre lo ve, es suficiente".

“Pero el vanidoso: ‘pero mira, yo doy este cheque para las obras de la Iglesia’ y hace ver el cheque; luego estafa por otra parte a la Iglesia. Es lo que hace el vanidoso: vive para aparentar. ‘Cuando ayunes –les dice el Señor a éstos– por favor no te hagas el melancólico, el triste, para que todos se den cuenta. Haz penitencia con alegría, para que nadie se dé cuenta. Y la vanidad es así: es para aparentar, vivir para hacerse ver”.

"Los cristianos que viven así –continuó el Papa– para aparentar, por la vanidad, parecen pavos, se pavonean”. Se dice “yo soy cristiano, yo soy familiar de aquel cura, de aquella monja, de ese obispo, mi familia es una familia cristiana”. "Se jactan". Pero –preguntó el Papa – ¿tu vida con el Señor? ¿Cómo rezas? Tu vida con las obras de misericordia, ¿cómo va? ¿Visitas a los enfermos?”.
Es por esto que Jesús “nos dice que debemos construir nuestra casa, es decir, nuestra vida cristiana sobre la roca, en la verdad". En cambio, fue su advertencia, "los vanidosos construyen la casa sobre la arena y la casa cae, la vida cristiana se cae, resbala, porque no es capaz de resistir a las tentaciones".

"Cuántos cristianos viven para aparentar. Su vida parece como una burbuja de jabón. ¡Es hermosa la burbuja de jabón! ¡Con todos los colores que tiene! Pero dura un segundo y luego ¿qué? También cuando nos fijamos en algunos monumentos fúnebres, pensamos que es vanidad, porque la verdad es volver a la tierra desnuda, como decía el Siervo de Dios Pablo VI. Nos espera la tierra desnuda, ésta es nuestra verdad final. Mientras tanto ¿me enorgullezco o hago algo? ¿Hago el bien? ¿Busco a Dios? ¿Rezo? Las cosas que tienen consistencia. Y la vanidad es una mentirosa, es imaginativa, se engaña a sí misma, engaña a los vanidosos, porque primero finge que es algo, pero luego con el tiempo llega a creerse lo que en su opinión era. Se la cree, ¡pobrecito!”.

El Santo Padre dijo luego que esto era lo que le pasaba al tetrarca Herodes, que, como leemos en el Evangelio de hoy, se preguntaba con insistencia sobre la identidad de Jesús. "La vanidad, -dijo el Papa - siembra un malestar, quita la paz. Es como aquellas personas que se maquillan mucho y luego temen que la lluvia les quite todo”. "No nos da paz la vanidad -señaló- sólo la verdad nos da la paz".

El Pontífice reiteró que la única roca sobre la que construimos nuestra vida es Jesús. "Y pensamos en esta propuesta del diablo, del demonio, que también tentó a Jesús en el desierto: la vanidad" y le dijo al Señor "ven conmigo, subamos al templo, hagamos el espectáculo; te tiras abajo y todos creemos en ti". El diablo había presentado a Jesús "la vanidad en una bandeja". La vanidad, dijo Francisco, "es una enfermedad espiritual muy grave".

El Santo Padre explicó finalmente que "los Padres egipcios del desierto decían que la vanidad es una tentación contra la que hay que luchar toda la vida, porque siempre vuelve a sacarnos la verdad. Y para entender esto decían es como la cebolla. La agarras y la empiezas a pelar. Y pelas la vanidad hoy, un poco de vanidad mañana y toda la vida pelando la vanidad para vencerla. Y al final eres feliz: me quité la vanidad, pelé la cebolla, pero el olor se queda en tu mano. Pidamos al Señor la gracia de no ser vanidosos, de ser verdaderos, con la verdad de la realidad y del Evangelio”.

(ACI)

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Qohélet / Eclesiastés 1, 2-14:

"¡Vanidad de vanidades! - dice Cohélet -, ¡vanidad de vanidades, todo vanidad!
¿Qué saca el hombre de toda la fatiga con que se afana bajo el sol?
Una generación va, otra generación viene; pero la tierra para siempre permanece.
Sale el sol y el sol se pone; corre hacia su lugar y allí vuelve a salir.
Sopla hacia el sur el viento y gira hacia el norte; gira que te gira sigue el viento y vuelve el viento a girar.
Todos los ríos van al mar y el mar nunca se llena; al lugar donde los ríos van, allá vuelven a fluir.
Todas las cosas dan fastidio. Nadie puede decir que no se cansa el ojo de ver ni el oído de oír.
Lo que fue, eso será; lo que se hizo, ese se hará. Nada nuevo hay bajo el sol.
Si algo hay de que se diga: «Mira, eso sí que es nuevo», aun eso ya sucedía en los siglos que nos precedieron.
No hay recuerdo de los antiguos, como tampoco de los venideros quedará memoria en los que después vendrán.
Yo, Cohélet, he sido rey de Israel, en Jerusalén.
He aplicado mi corazón a investigar y explorar con la sabiduría cuanto acaece bajo el cielo. ¡Mal oficio éste que Dios encomendó a los humanos para que en él se ocuparan!
He observado cuanto sucede bajo el sol y he visto que todo es vanidad y atrapar vientos."

Qohélet / Eclesiastés 2, 1.11:

"Hablé en mi corazón: ¡Adelante! ¡Voy a probarte en el placer; disfruta del bienestar! Pero vi que
también esto es vanidad.
[...]
Consideré entonces todas las obras de mis manos y el fatigoso afán de mi hacer y vi que todo es
vanidad y atrapar vientos, y que ningún provecho se saca bajo el sol
."

Qohélet / Eclesiastés 4, 4:

"He visto que todo afán y todo éxito en una obra excita la envidia del uno contra el otro. También
esto es vanidad y atrapar vientos
."

Qohélet / Eclesiastés 5, 9:

"Quien ama el dinero, no se harta de él, y para quien ama riquezas, no bastan ganancias. También
esto es vanidad
."

Sabiduría 14, 12-14:
"La invención de los ídolos* fue el principio de la fornicación; su descubrimiento, la corrupción de la vida.No los hubo al principio ni siempre existirán; por la vanidad de los hombres entraron en el mundo y, por eso, está decidido su rápido fin."

* Ídolos: aquí equivalen a idolatría, que es poner a personas o cosas en el lugar de Dios.


martes, 16 de septiembre de 2014

Cómo interpretar bien la Biblia

VATICANO, 13 Sep. 2014 / 07:47 pm.

 https://www.aciprensa.com/imagespp/size340/Biblia.jpg

http://www.apostoladohispanoboston.org/images/Biblia_03.jpg

Sin una vida espiritual ferviente la investigación del exégeta se queda incompleta y pierde de vista su objetivo principal de mostrar a Dios, advirtió el Papa Francisco durante el encuentro con los participantes de la 43° Semana Bíblica Nacional, a quienes exhortó a no perderse en un análisis hipercrítico de las Sagradas Escrituras, sino dejarse guiar por el Espíritu Santo a través de la oración.

El evento concluyó este 12 de septiembre y fue promovido por la Asociación Bíblica Italiana. Un encuentro que ha inaugurado las celebraciones del cincuenta aniversario de la Constitución Dogmática del Concilio Vaticano II sobre la Divina Revelación ''Dei Verbum'', promulgada el 18 de noviembre de 1965.

''Para que la fe responda y no se extinga, se debe nutrir constantemente de la Palabra de Dios'', señaló el Papa expresando su estima y su reconocimiento por el ''precioso trabajo'' que la Asociación lleva a cabo en su ministerio de docentes y estudiosos de la Biblia.

''Dios ha aprovechado todas las formas del lenguaje humano, pero al mismo tiempo ha sometido su palabra a todas las limitaciones de este lenguaje. El verdadero respeto inspirado por la Escritura exige que se realicen todos los esfuerzos necesarios para que se pueda acoger bien su significado'', ya que no es posible para cualquier cristiano llevar a cabo personalmente la investigación de todo tipo que le permita entender mejor los textos bíblicos.

Así, con el Documento de la Pontificia Comisión Bíblica titulado La interpretación de la Biblia en la Iglesia, en cuya conclusión señala que “la exégesis católica no tiene el derecho de asemejarse a una corriente de agua que se pierde en la arena de un análisis hipercrítico”, el Papa hizo hincapié en que “junto con la competencia académica, el exegeta católico necesita también y sobre todo la fe, recibida y compartida con todo el pueblo creyente que, en su totalidad no puede equivocarse''.
            
Durante el encuentro, Francisco recordó las palabras de San Juan Pablo II: ''Para respetar la coherencia de la fe de la Iglesia y de la inspiración de la Escritura, la exégesis católica tiene que estar atenta para no seguir los aspectos humanos de los textos bíblicos. Ésta debe ayudar al pueblo cristiano a percibir de manera más nítida la palabra de Dios en estos textos, para recibirla mejor, para vivir plenamente en comunión con Dios... Es necesario que el mismo exégeta sepa percibir en los textos la Palabra divina, y esto es posible solamente si su vida espiritual es ferviente, rica de diálogo con el Señor, si no la investigación se queda incompleta y pierde de vista su objetivo principal''.

El santo polaco, recordó Francisco, indicó que “para llegar a una interpretación plenamente válida de las palabras inspiradas por el Espíritu Santo, hay que dejarse guiar por él y para esto hay que rezar, rezar mucho, pedir en la oración la luz interior del Espíritu y acoger dócilmente esta luz, pedir el amor, que nos hace capaces de comprender el lenguaje de Dios, que es amor”.

Antes de finalizar y dar su bendición a los presentes, el Pontífice ha señalado la figura de la Virgen, ''que nos enseña a acoger plenamente la Palabra de Dios, no solo a través de la investigación intelectual, sino durante toda nuestra vida''.

(ACI/EWTN Noticias)


Dei Verbum, 10:
"[...] el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo. Este Magisterio, evidentemente, no está sobre la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad, y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como verdad revelada por Dios que se ha de creer."

Dei Verbum, 12:
"[...] teniendo en cuanta la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe. Es deber de los exégetas trabajar según estas reglas para entender y exponer totalmente el sentido de la Sagrada Escritura, para que, como en un estudio previo, vaya madurando el juicio de la Iglesia. Por que todo lo que se refiere a la interpretación de la Sagrada Escritura, está sometido en última instancia a la Iglesia, que tiene el mandato y el ministerio divino de conservar y de interpretar la palabra de Dios."

martes, 9 de septiembre de 2014

El Papa afirma que corregir al hermano es un servicio

VATICANO, 07 Sep. 14 / 10:14 am.

 http://parroquiaicm.files.wordpress.com/2010/06/pedir_perdon.jpg

Recordando el Evangelio, en el capítulo 18 de Mateo(*), en sus palabras previas al rezo del Ángelus el Papa Francisco reflexionó sobre la corrección fraterna, “un servicio recíproco que podemos y debemos darnos los unos a los otros”.

La corrección fraterna es un aspecto del amor y de la comunión que deben reinar en la comunidad cristiana” dijo Francisco, precisando que “corregir al hermano es un servicio, y es posible y eficaz solamente si cada uno se reconoce pecador y necesitado del perdón del Señor”.

El Santo Padre subrayó que “en realidad, ante Dios todos somos pecadores y necesitados de perdón. Todos. Jesús, de hecho, nos ha dicho no juzgar”.

La misma consciencia que me hace reconocer el error del otro, me hace acordar que yo me he equivocado primero y que me equivoco tantas veces”.

El Santo Padre indicó que “Jesús nos enseña que si mi hermano cristiano comete una culpa contra mí, me ofende, yo debo usar la caridad hacia él, antes que todo, hablarle personalmente, explicándole que aquello que ha dicho o hecho no es bueno”.

“¿Y si el hermano no me escucha? Jesús sugiere una intervención progresiva: primero, vuelve a hablarle con otras dos o tres personas, para que sea más consciente del error que ha cometido; si, no obstante esto, no acoge la exhortación, es necesario decirlo a la comunidad; y si tampoco escucha a la comunidad, es necesario hacerle percibir la fractura y el distanciamiento que él mismo ha provocado, haciendo venir a menos la comunión con los hermanos en la fe”.

Francisco apuntó que las etapas del itinerario señalado por Jesús “indican el esfuerzo que el Señor pide a su comunidad para acompañar a quien se equivoca, para que no se pierda”.

“La actitud es de delicadeza, prudencia, humildad, atención hacia quien ha cometido una culpa, evitando que las palabras puedan herir y matar al hermano. Porque, ustedes saben, ¡también las palabras matan! Cuando hablo mal. Cuando hago una crítica injusta, cuando con mi lengua 'saco el cuero' a un hermano, esto es matar la reputación del otro. También las palabras matan. Estemos atentos a esto”. Al mismo tiempo, dijo, “al mismo tiempo esta discreción tiene la finalidad de no mortificar inútilmente al pecador”.

“El objetivo es aquel de ayudar a la persona a darse cuenta de aquello que ha hecho, y que con su culpa ha ofendido no solamente a uno, sino a todos. Pero también ayudarnos a librarnos de la ira o del resentimiento, que sólo nos hacen mal: aquella amargura del corazón que trae la ira y el resentimiento y que nos llevan a insultar y a agredir”.

El Papa subrayó que “es muy feo ver salir de la boca de un cristiano un insulto o una agresión. Es feo ¿Entendido? ¡Nada de insultos! Insultar no es cristiano ¿Entendido? Insultar no es cristiano”.
Francisco recordó que “al inicio de la Misa, estamos siempre invitados a reconocer ante el Señor que somos pecadores, expresando con las palabras y con los gestos el sincero arrepentimiento del corazón”.

Todos somos pecadores y necesitados del perdón del Señor. Es el Espíritu Santo el que habla a nuestro espíritu y nos hace reconocer nuestras culpas a la luz de la palabra de Jesús. Y es el mismo Jesús que nos invita a todos, santos y pecadores, a su mesa recogiéndonos de los cruces de los caminos, de las diversas situaciones de la vida”.

“Y entre las condiciones que acomunan a los participantes en la celebración eucarística, dos son fundamentales, dos condiciones para ir bien a Misa: todos somos pecadores y a todos Dios dona su misericordia”.

Estas, dijo el Papa, “son dos condiciones que abren las puertas de par en par para entrar bien a Misa. Debemos recordar esto siempre antes de ir hacia el hermano para la corrección fraterna”.

“Pidamos todo esto por intercesión de la Bienaventurada Virgen María, que mañana celebraremos en la conmemoración litúrgica de su Natividad”, concluyó.

(ACI/EWTN Noticias)

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Ezequiel 33, 8-9:
"Si yo [Dios] digo al malvado: «Malvado, vas a morir sin remedio», y tú no le hablas para advertir al malvado que deje su conducta, él, el malvado, morirá por su culpa, pero de su sangre yo [Dios] te pediré cuentas a ti.
Si por el contrario adviertes al malvado que se convierta de su conducta, y él no se convierte, morirá él debido a su culpa, mientras que tú habrás salvado tu vida."

Mateo 18, 15-17: (*)
"Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.
Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos.
Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano."


miércoles, 3 de septiembre de 2014

El Papa pide no ser cristianos diluidos (mundanos)

VATICANO, 31 Ago. 14 / 10:29 am

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En sus palabras previas al rezo del Ángelus, el Papa Francisco alentó a leer cotidianamente el Evangelio, participar frecuentemente en la Eucaristía y tener jornadas de retiro y ejercicios espirituales, para seguir a Cristo y no al mundo.

El Santo Padre señaló que “siguiendo el itinerario dominical del Evangelio de Mateo, hoy llegamos al punto crucial en el cual Jesús, después de haber verificado que Pedro y los otros once habían creído en Él como Mesías e Hijo de Dios, ‘comenzó a explicarles que debía ir a Jerusalén y sufrir mucho, ser asesinado y resucitar al tercer día’”.

“Es un momento crítico en el cual emerge el contraste entre el modo de pensar de Jesús y el de los discípulos. Incluso Pedro siente el deber de reprochar al Maestro, porque no puede atribuir al Mesías un final innoble. Entonces Jesús, a su vez, reprocha duramente a Pedro, lo pone ‘en su lugar’, porque no piensa ‘según Dios, sino según los hombres’ y sin darse cuenta hace el papel de satanás, el tentador”.

Francisco, citado por Radio Vaticano, indicó que “nosotros los cristianos vivimos en el mundo, insertados plenamente en la realidad social y cultural de nuestro tiempo, y es justo que sea así; pero esto trae consigo el riesgo de convertirnos en ‘mundanos’, el riesgo que ‘la sal pierda el sabor’ como diría Jesús, es decir, que el cristiano se ‘diluya’, pierda la carga de novedad que viene del Señor y del Espíritu Santo”.

“En cambio debería de ser al contrario: cuando en los cristianos permanece viva la fuerza del Evangelio, esa puede transformar ‘los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes de inspiración y los modelos de vida’”, dijo, citando la Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi, del Papa Pablo VI.

El Papa lamentó que “es triste encontrar cristianos ‘diluidos’, que parecen el ‘vino diluido’ y no se sabe si son cristianos o mundanos. Como el ‘vino diluido’ no se sabe si es vino o agua, es triste esto”. “Es triste encontrar cristianos que no son más la sal de la tierra, sabemos que cuando la sal pierde su sabor no sirve para nada, su sal perdió el sabor porque se han entregado al espíritu del mundo, es decir, se han convertidos en mundanos”.

El Santo Padre señaló que “por eso es necesario renovarse continuamente nutriéndose de la linfa del Evangelio. ¿Y cómo se puede hacer esto en la práctica? Sobre todo leyendo y meditando el Evangelio todos los días, así la Palabra de Jesús estará siempre presente en nuestra vida”.

“Recuerden que les ayudara llevar siempre el Evangelio con ustedes, un pequeño evangelio, en el bolsillo, en la cartera y leer durante el día un pasaje, pero siempre con el Evangelio porque es llevar la Palabra de Jesús para poder leerla”.

Además, recomendó, “participando en la Misa dominical, donde encontramos al Señor en la comunidad, escuchando su Palabra y recibiendo la Eucaristía que nos une a Él y entre nosotros”.
“Y luego son muy importantes para la renovación espiritual las jornadas de retiro y de ejercicios espirituales”.

“Evangelio, Eucaristía y oración, no se olviden Evangelio, Eucaristía y oración: gracias a estos dones del Señor podemos conformarnos a Cristo y no al mundo, y seguirlo en su vida, el camino de ‘perder la propia vida’ para encontrarla. “Perderla”, explicó Francisco, “en el sentido de donarla, ofrecerla por amor en el amor – y esto comporta el sacrificio, la cruz – para recibirla nuevamente purificada, liberada del egoísmo y de la hipoteca de la muerte, llena de eternidad”.

“La Virgen María nos precede siempre en este camino; dejémonos guiar y acompañar por ella”, concluyó.

(ACI/EWTN Noticias)

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Mateo 16, 21-27:
"Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir
mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día.

Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!»
Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!
Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará.
Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?
«Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta."