miércoles, 29 de enero de 2014

La importancia del Sacramento de la Confirmación

VATICANO, 29 Ene. 14 / 10:20 am.

 Foto ACI Prensa

En la catequesis de este miércoles que dedicó a la Confirmación, el Papa Francisco explicó que sin este Sacramento nuestros niños y muchachos “quedan a medio camino”, por lo cual es sumamente importante procurar que lo reciban siguiendo una adecuada preparación.

Ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre explicó que “es importante tener cuidado de que nuestros niños, nuestros muchachos tengan este sacramento. Todos nos preocupamos de que estén bautizados y esto es bueno, ¿eh? Pero tal vez no tengamos tanto cuidado de que reciban la Confirmación: quedan a mitad de camino y no reciben el Espíritu Santo, ¡eh!, ¡que es muy importante en la vida cristiana, porque nos da la fuerza para seguir adelante!”.

“Pensemos un poco, cada uno de nosotros: ¿Estamos, de verdad, preocupados de que nuestros niños y muchachos reciban la Confirmación? Es importante esto: es importante. Y si ustedes tienen niños o muchachos en casa que todavía no la han recibido y tienen la edad suficiente para recibirla, hagan todo lo posible para acabar esta iniciación cristiana para que ellos reciban la fuerza del Espíritu Santo. ¡Es importante!”.

El Papa resaltó asimismo que “la Confirmación debe ser entendida en continuidad con el Bautismo, al que está vinculada de manera inseparable. Estos dos sacramentos, junto con la Eucaristía, constituyen un único evento salvador que se llama la ‘iniciación cristiana’, en el que somos insertados en Cristo Jesús muerto y resucitado, y nos convertimos en nuevas criaturas y miembros de la Iglesia”.

Tras subrayar que Confirmación significa “unción”, el Papa indicó que este Sacramento “confiere un crecimiento de la gracia bautismal: nos une más firmemente a Cristo; completa nuestro vínculo con la Iglesia; nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe, para confesar el nombre de Cristo y para no sentir jamás vergüenza de su cruz”.

“Por supuesto, es importante ofrecer a los que reciben la Confirmación una buena preparación, que debe tener como objetivo conducirlos a una adhesión personal a la fe en Cristo y despertar en ellos el sentido de pertenencia a la Iglesia”.

El Pontífice dijo también que “cuando acogemos al Espíritu Santo en nuestros corazones, y lo dejamos actuar, Cristo se hace presente en nosotros y toma forma en nuestra vida; a través de nosotros, será Él -oigan bien esto, ¿eh?– a través de nosotros será el mismo Cristo quien orará, perdonará, infundirá esperanza y consuelo, servirá a los hermanos, estará cerca de los necesitados y de los últimos, creará comunión y sembrará la paz”.

“¡Piensen en lo importante que es esto: que es a través del Espíritu Santo, que viene Cristo para hacer todo esto en medio de nosotros y para nosotros! Por esta razón, es importante que los niños y jóvenes reciban este Sacramento”.

Para concluir, el Papa Francisco dijo: “¡Queridos hermanos y hermanas, recordemos que hemos recibido la Confirmación, todos nosotros! Recordémoslo ante todo para dar las gracias al Señor por este don y luego para pedirle que nos ayude a vivir como verdaderos cristianos, a caminar con alegría según el Espíritu Santo que nos fue dado. ¡Está visto, que estos últimos miércoles, a mitad de la audiencia, nos bendicen desde el Cielo: pero, ustedes son valientes, adelante!”.

(ACI/EWTN Noticias)

lunes, 20 de enero de 2014

La confianza en Jesús nunca decepciona

VATICANO, 20 Ene. 14 / 10:32 am.

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El Papa Francisco visitó ayer domingo por la tarde la parroquia romana del Sagrado Corazón de Jesús en la zona central de Castro Pretorio. El Santo Padre saludó a los fieles de la parroquia, a niños bautizados en los últimos meses junto a sus padres, parejas de recién casados y jóvenes familias.

El Papa pudo conocer la realidad de la zona al encontrar a algunos vagabundos y personas sin domicilio fijo que viven en las proximidades de la Estación Términi, la principal de Roma, y a un grupo de refugiados a los que dijo sentirse como en casa.

El Santo Padre confesó a cinco fieles y luego celebró una Misa. En su homilía, reflexionó sobre el pasaje del Evangelio en el que Juan bautiza a Jesús diciendo: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo".

Jesús es llamado el Cordero: es el Cordero que quita el pecado del mundo. Uno puede pensar: ¿Cómo puede un cordero débil quitar todos los pecados, tantos males? Con amor. Con suavidad. Jesús nunca ha dejado de ser un cordero: suave, amable, lleno de amor, cerca de los pequeños, cerca de los pobres… Ha tenido la fuerza necesaria para tomar sobre sí todos nuestros pecados”.

“Alguno podría decir: Pero, Padre, usted no conoce mi vida: tengo uno que..., ni siquiera con un camión se puede levantar. Muchas veces, cuando miramos nuestra conciencia, encontramos algunos que son grandes. Pero Él los carga. Él ha venido para esto: para perdonar, para dar paz al mundo, pero en primer lugar al corazón. Tal vez alguno de nosotros tiene un dolor en su corazón , tal vez tiene un corazón oscuro, tal vez se sienta un poco triste por una falla... Él ha venido a quitar todo esto, Él nos da la paz, perdona todo”.

“Muchas veces confiamos en un médico: está bien hacerlo, porque el médico está allí para curar; tenemos confianza en una persona: hermanos, hermanas, que nos pueden ayudar. Está bien tener esta confianza humana entre nosotros. Pero nos olvidamos de la confianza en el Señor: ésta es la clave del éxito en la vida. ¡La confianza en el Señor, encomendémonos al Señor!”.

Y esta, concluyó, “es una apuesta que tenemos que hacer: confiar en Él, porque nunca decepciona. ¡Nunca, nunca! Escuchad bien, chicos y chicas, que iniciáis la vida: Jesús nunca decepciona”.

Al finalizar, el Papa encontró a la comunidad salesiana, que se encarga de la parroquia, al párroco Valerio Baresi, S.D.B., y a las hermanas Misioneras de Cristo Resucitado. Por último, y antes de volver al Vaticano, Francisco se detuvo para hablar con los jóvenes de la parroquia.

(ACI)

lunes, 13 de enero de 2014

El Papa denuncia las víctimas causadas por el aborto

13/01/14 12:40 PM.


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El papa Francisco ha exclamado este lunes que «suscita horror sólo el pensar en los niños que no podrán ver nunca la luz, víctimas del aborto». El pontífice ha hecho estas declaraciones en su discurso al cuerpo diplomático acreditado ante el Vaticano. El papa recibió a los embajadores acreditados ante la Santa Sede para el tradicional mensaje de felicitación del año y en su discurso repasó los actuales conflictos y problemas sociales del planeta.
 
El pontífice introdujo el tema del aborto en uno de los pasajes de su amplio discurso en el que se refería a los sufrimientos de los niños y a la cultura del «descarte», tanto de alimentos como de las personas.

El Santo Padre aseveró que «la paz además se ve herida por cualquier negación de la dignidad humana, sobre todo por la imposibilidad de alimentarse de modo suficiente».Sobre esto agregó que las principales víctimas de la hambruna son «sobre todo los niños».

El Papa volvió a denunciar «la cantidad de alimento que se desperdicia cada día en muchas partes del mundo, inmersas en la cultura del descarte». Entonces añadió:
«Por desgracia, objeto de descarte no es sólo el alimento o los bienes superfluos, sino con frecuencia los mismos seres humanos, que vienen descartados como si fueran cosas no necesarias. Por ejemplo, suscita horror sólo el pensar en los niños que no podrán ver nunca la luz, víctimas del aborto, en los que son utilizados como soldados, violentados o asesinados en los conflictos armados, o hechos objeto de la trata de personas, esa tremenda forma de esclavitud y que es un delito contra la humanidad».
El Vicario de Cristo había expresado el rechazo al aborto en su primer exhortación apostólica, publicada el 26 de noviembre.

(Efe/Infocatólica)

Discurso íntegro del Papa al Cuerpo Diplomático.

viernes, 3 de enero de 2014

Jesucristo es el centro de la historia

VATICANO, 01 Ene. 14 / 09:56 am.

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Palabras del Papa antes del Ángelus:

“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y buen año!

Al inicio del nuevo año dirijo a todos ustedes las felicitaciones de paz y de todo bien. Mi deseo es el de la Iglesia, ¡es el deseo cristiano! No está ligado al sentido un poco mágico y un poco fatalista de un nuevo ciclo que inicia. Nosotros sabemos que la historia tiene un centro: Jesucristo, encarnado, muerto y resucitado, que está vivo entre nosotros; y tiene un fin: el Reino de Dios, Reino de paz, de justicia, de libertad en el amor; y tiene una fuerza que la mueve hacia aquel fin, y la fuerza es el Espíritu Santo.

Todos nosotros tenemos al Espíritu Santo que hemos recibido en el Bautismo. Y Él nos impulsa a ir hacia adelante en el camino de la vida cristiana, en el camino de la historia, hacia el Reino de Dios.

Este Espíritu es el poder del amor que ha fecundado el seno de la Virgen María; y es el mismo que anima los proyectos y las obras de todos los artífices de la paz.

Donde hay un hombre o una mujer constructores de paz allí está precisamente el Espíritu Santo que los ayuda, los impulsa a construir la paz.

Dos caminos que se cruzan hoy, fiesta de María Santísima Madre de Dios y Jornada Mundial de la Paz. Hace ocho días resonó el anuncio angélico: ‘Gloria a Dios y paz a los hombres’; hoy lo acogemos nuevamente de la Madre de Jesús, que ‘conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón’, para hacer de él nuestro empeño en el curso del año que se abre.

El tema de esta Jornada Mundial de la Paz es ‘Fraternidad, fundamento y camino para la paz’. Fraternidad. Siguiendo las huellas de mis Predecesores, a partir de Pablo VI, he desarrollado el tema en un Mensaje, ya difundido y que hoy entrego a todos idealmente.

En la base está la convicción de que somos todos hijos del único Padre celestial, formamos parte de la misma familia humana y compartimos un destino común. De aquí deriva para cada uno la responsabilidad de trabajar a fin de que el mundo se convierta en una comunidad de hermanos que se respetan, se aceptan en su diversidad y se cuidan recíprocamente.

También estamos llamados a darnos cuenta de las violencias y de las injusticias presentes en tantas partes del mundo y que no pueden dejarnos indiferentes e inmóviles: se necesita el empeño de todos para construir una sociedad verdaderamente más justa y solidaria.

Ayer recibí una carta de un señor, quizás de uno de ustedes, que contándome una tragedia familiar, sucesivamente listaba tantas tragedias y guerras hoy en el mundo. Y me preguntaba: ¿Qué sucede hoy en el mundo, que está llevando a hacer todo? Y decía, en fin, es hora de detenerse. También yo creo que nos hará bien detenernos en este camino de violencia y buscar la paz.

Hermanos y hermanas, hago mías las palabras de este hombre: ¿Qué sucede en el corazón de los hombres? ¿Qué sucede en el corazón de la humanidad? ¡Es hora detenerse!

Desde cada rincón de la tierra, hoy los creyentes elevan su oración para pedir al Señor el don de la paz y la capacidad de llevarla a cada ambiente. Que en este primer día del año, el Señor nos ayude a encaminarnos todos con más decisión por los caminos de la justicia y de la paz. Comenzamos en casa ¡eh! Justicia y paz en casa.

Entre nosotros ¡eh! Se comienza en casa y después se va adelante, a toda la humanidad, pero debemos comenzar en casa.

Que el Espíritu Santo obre en los corazones, disuelva las cerrazones y las durezas y nos conceda que nos enternezcamos ante la debilidad del Niño Jesús. La paz, en efecto, requiere la fuerza de la mansedumbre, la fuerza no violenta de la verdad y del amor.

En las manos de María, Madre del Redentor, ponemos con confianza filial nuestras esperanzas. A ella, que extiende su maternidad a todos los hombres, encomendamos el grito de paz de las poblaciones oprimidas por la guerra y por la violencia, para que el coraje del diálogo y de la reconciliación prevalezca sobre las tentaciones de venganza, de prepotencia, de corrupción.

A Ella le pedimos que el Evangelio de la fraternidad, anunciado y testimoniado por la Iglesia, hable a cada conciencia y derrumbe los muros que impiden a los enemigos reconocerse hermanos”.

(ACI)