miércoles, 29 de octubre de 2014

Amar a Dios y amar al prójimo


27/10/14 8:14 AM.

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Palabras del Santo Padre antes del rezo del Ángelus:


¡Queridos hermanos y hermanas buenos días!


El Evangelio de hoy nos recuerda que toda la Ley divina se resume en el amor por Dios y por el prójimo. El Evangelista Mateo cuenta que algunos fariseos se pusieron de acuerdo para probar a Jesús (cfr 22,34-35). Uno de ellos, un doctor de la ley, le dirige esta pregunta : «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?»(v. 36). Jesús, citando el Libro del Deuteronomio, responde: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento» (vv. 37-38). Habría podido detenerse aquí. En cambio Jesús agrega algo que no había sido preguntado por el doctor de la ley. De hecho dice: «El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (v. 39). Este segundo mandamiento tampoco lo inventa Jesús, sino que lo retoma del Libro del Levítico. Su novedad consiste justamente en el juntar estos dos mandamientos – el amor por Dios y el amor por el prójimo – revelando que son inseparables y complementarios, son las dos caras de una misma medalla. No se puede amar a Dios sin amar al prójimo y no se puede amar al prójimo sin amar a Dios. El Papa Benedicto nos ha dejado un bellísimo comentario sobre este tema en su primera Encíclica "Deus Caritas Est" (nn. 16-18).

En efecto, la señal visible que el cristiano puede mostrar para testimoniar el amor de Dios al mundo y a los demás, a su familia, es el amor por los hermanos. El mandamiento del amor a Dios y al prójimo es el primero no porque está encima del elenco de los mandamientos. Jesús no lo coloca en el vértice, sino al centro, porque es el corazón desde el cual debe partir todo y hacia donde todo debe regresar y servir de referencia.


Ya en el Antiguo Testamento la exigencia de ser santos, a imagen de Dios que es santo, comprendía también el deber de ocuparse de las personas más débiles como el forastero, el huérfano, la viuda (cfr Ex 22,20-26). Jesús lleva a cumplimento esta ley de alianza, Él que une en sí mismo, en su carne, la divinidad y la humanidad, en un único misterio de amor.


A este punto, a la luz de esta palabra de Jesús, el amor es la medida de la fe, y la fe es el alma del amor. No podemos separar más la vida religiosa, de piedad, del servicio a los hermanos, de aquellos hermanos concretos que encontramos. No podemos dividir más la oración, el encuentro con Dios en los Sacramentos, de la escucha del otro, de la cercanía a su vida, especialmente a sus heridas. Acuérdense de esto: el amor es la medida de la fe. Tú ¿cuánto amas? Cada uno se responda ¿Cómo es tu fe? Mi fe es como yo amo. Y la fe es el alma del amor.


En medio de la densa selva de preceptos y prescripciones – de los legalismos de ayer y de hoy – Jesús abre un claro que permite ver dos rostros: el rostro del Padre y aquel del hermano. No nos entrega dos fórmulas o dos preceptos: no son preceptos y fórmulas; nos entrega dos rostros, es más un solo rostro, aquel de Dios que se refleja en tantos rostros, porque en el rostro de cada hermano, especialmente el más pequeño, frágil, indefenso y necesitado está presente la imagen misma de Dios. Y deberiamos preguntarnos, cuando encontramos a uno de estos hermanos, si somos capaces de reconocer en él el rostro de Cristo: ¿somos capaces de esto?


De esta forma Jesús ofrece a cada hombre el criterio fundamental sobre el cual edificar la propia vida. Pero sobre todo Él nos dona el Espíritu Santo, que nos permite amar a Dios y al prójimo como Él, con corazón libre y generoso. Por intercesión de María, nuestra Madre, abrámonos para acoger este don de amor, para caminar siempre en esta ley de los dos rostros, que son un solo rostro: la ley del amor.

(RV/InfoCatólica)

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Éxodo 22, 20-26:

"No maltratarás al forastero, ni le oprimirás, pues forasteros fuisteis vosotros en el país de Egipto.
No vejarás a viuda ni a huérfano.
Si le vejas y clama a mí, no dejaré de oír su clamor, se encenderá mi ira y os mataré a espada; vuestras mujeres quedarán viudas y vuestros hijos huérfanos.
Si prestas dinero a uno de mi pueblo, al pobre que habita contigo, no serás con él un usurero; no le exigiréis interés.
Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás al ponerse el sol, porque con él se abriga; es el vestido de su cuerpo. ¿Sobre qué va a dormir, si no? Clamará a mí, y yo le oiré, porque soy compasivo."


Mt 22, 34-40:

"Mas los fariseos, al enterarse de que había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?»
El le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.
Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.»"

lunes, 20 de octubre de 2014

Que el sello del Espíritu Santo nos libre de ser cristianos tibios

VATICANO, 17 Oct. 14 / 08:07 pm.

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Durante la Misa matutina celebrada en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco advirtió a los fieles del peligro de convertirse en cristianos tibios, es decir que aquellos que a pesar de ir todos los domingos a Misa, viven como paganos, opacando la identidad que el Espíritu Santo ha dado a los seguidores de Jesús.

En su homilía, el Pontífice destacó que el Espíritu Santo es el “sello” de luz con el que Dios ha dado el Cielo a los cristianos. Sin embargo, mucha veces los fieles olvidan esta luz a cambio de una vida de penumbra o, peor aún, de luz falsa, esa que brilla en la hipocresía.

El Papa reflexionó siguiendo la lectura de Pablo, que explica a los cristianos de Éfeso que por haber creído en el Evangelio recibieron “el sello del Espíritu Santo”. Explicó que con este don, Dios “no sólo nos ha elegido”, sino que además nos ha dado un estilo, “un modo de vivir, que no es sólo ‘una lista de hábitos’, es algo más, es, precisamente, “una identidad”.

Nuestra identidad es precisamente este sello, esta fuerza del Espíritu Santo, que todos nosotros hemos recibido en el Bautismo. Y el Espíritu Santo ha sellado nuestro corazón y, además, camina con nosotros. Este Espíritu, que había sido prometido – Jesús lo había prometido – este Espíritu no sólo nos da la identidad, sino que también es anticipo de nuestra herencia”.

“Con Él el Cielo comienza. Nosotros estamos viviendo precisamente este Cielo, esta eternidad, porque hemos sido sellados por el Espíritu Santo, que precisamente es el inicio del Cielo: era el anticipo; lo tenemos en nuestras manos. Nosotros tenemos el Cielo en nuestras manos con este sello”, afirmó.

Sin embargo, dijo que tener el Cielo como anticipo de eternidad no impide a los cristianos “resbalar al menos en un par de tentaciones”. Primero “cuando nosotros queremos, no digo borrar la identidad, sino volverla opaca”. Francisco señaló que este “es el cristiano tibio”.

Es cristiano, sí. Va a Misa el domingo, sí. Pero en su vida la identidad no se ve. También vive como un pagano: puede vivir como un pagano, pero es cristiano. Ser tibios. Volver opaca nuestra identidad”.

“El otro pecado, aquel del que Jesús hablaba a sus discípulos y hemos oído: ‘Estén atentos a la levadura de los fariseos, que es la hipocresía’. ‘Hacer de cuenta que’: yo hago de cuenta que soy cristiano, pero no lo soy. No soy transparente, digo una cosa – ‘sí, sí, soy cristiano’ – pero hago otra que no es cristiana”, señaló.

El Papa explicó que –tal como recuerda Pablo-, una vida cristiana vivida según la identidad creada por el Espíritu Santo trae como dote dones de otro calibre, y que son el “amor, alegría, paz, magnanimidad, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí”.

“Este es nuestro camino hacia el Cielo, es nuestro camino, que hace que comience el Cielo desde acá. Porque tenemos esta identidad cristiana, hemos sido sellados por el Espíritu Santo. Pidamos al Señor la gracia de estar atentos a este sello, a nuestra identidad cristiana, que no sólo es promesa, no, ya la tenemos en nuestras manos como anticipo”, concluyó el Santo Padre.

(ACI/EWTN Noticias)

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Efesios 1, 11-14:

"A él, por quien entramos en herencia, elegidos de antemano según el previo designio  del que realiza todo conforme a la decisión de su voluntad, para ser nosotros alabanza de su gloria, los que ya antes esperábamos en Cristo.
En él también vosotros, tras haber oído la Palabra de la verdad, el Evangelio de vuestra salvación, y creído también en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la Promesa, que es prenda de nuestra herencia, para redención del Pueblo de su posesión, para alabanza de su gloria."


Efesios 4, 30-32:

"No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la redención. Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre vosotros. Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo."

martes, 14 de octubre de 2014

El Papa advierte que el diablo jamás deja de tentarnos

VATICANO, 10 Oct. 14 / 05:01 pm.

http://ubdavid.org/espanol/vida-cristo/graphics/2_satantempt.jpg

Durante la Misa celebrada en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco exhortó a los fieles a mantener sus corazones siempre en guardia haciendo una práctica antigua, pero muy buena, el diario examen de conciencia; porque el diablo nunca descansa en su deseo de tentar a los hombres.

El Santo Padre reflexionó sobre el Evangelio del día, en que se nos dice que el diablo jamás deja de tentarnos porque “tiene paciencia” y por eso vuelve con el fin de obtener “nuestra alma”.

Después de las tentaciones en el desierto, cuando Jesús fue tentado por el diablo, en la versión de Lucas se dice que el demonio lo dejó por un tiempo, pero durante la vida de Jesús volvía y volvía: cuando lo ponían a prueba, cuando le tendían trampas, en la Pasión, hasta en la Cruz. ‘Pero si Tú eres el Hijo de Dios, ven, ven con nosotros, así nosotros podemos creer’. Y todos nosotros sabemos que esta palabra toca el corazón: ‘¿Pero tú eres capaz? ¡Házmelo ver! No, no eres capaz’. Como el diablo hizo hasta el final con Jesús. Y así con nosotros”.

Es necesario custodiar nuestro corazón donde habita el Espírito Santo “para que no entren los demás espíritus”. “Custodiar el corazón, como se custodia una casa, con llave”. Y después, vigilar sobre el corazón, como un centinela.

“Cuántas veces entran los malos pensamientos, las malas intenciones, los celos, las envidias. Tantas cosas, que entran. ¿Pero quién ha abierto aquella puerta? ¿Por dónde han entrado?”. El Papa dijo que si no nos damos cuenta de cuanto entra en nuestros corazones, estos se convierten “en una plaza, donde todos van y vienen. Un corazón sin intimidad, un corazón donde el Señor no puede hablar y ni siquiera ser escuchado”.

“Y Jesús dice otra cosa allí – ¿no? – que parece un poco extraña: ‘Quien no recoge conmigo, desparrama. Usa la palabra ‘recoger’. Tener un corazón recogido, un corazón sobre el cual nosotros sabemos qué cosa sucede, y aquí y allá se puede hacer la práctica tan antigua de la Iglesia, pero buena: el examen de conciencia”.

“¿Quién de nosotros, a la noche, antes de terminar la jornada, permanece solo, sola, y se hace la pregunta: qué cosa ha sucedido hoy en mi corazón? ¿Qué cosa ha sucedido? ¿Qué cosas han pasado a través de mi corazón? Si no lo hacemos, verdaderamente no sabemos vigilar bien ni custodiar bien”, preguntó.

El Papa Francisco dijo que el examen de conciencia “es una gracia, porque custodiar nuestro corazón es custodiar el Espírito Santo, que está dentro de nosotros”.

Nosotros sabemos, Jesús habla claramente, que los diablos vuelven, siempre. También al final de la vida, Él – Jesús – nos da el ejemplo de esto. Y para custodiar, para vigilar, para que no entren los demonios, es necesario saber recogerse, es decir, entrar en silencio ante uno mismo y ante Dios, y al final de la jornada preguntarse: ‘¿Qué cosa ha sucedido hoy en mi corazón? ¿Ha entrado alguien que no conozco? ¿La llave está en su lugar?’. Y esto nos ayudará a defendernos de tantas maldades, incluso de las que nosotros podemos hacer, si entran estos demonios, que son muy astutos, y al final nos estafan a todos”, aseguró.


(ACI/EWTN Noticias)

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Lucas 11, 15-26:

"Pero algunos de ellos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios.»
Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo.
Pero él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae.
Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?... porque
decís que yo expulso los demonios por Beelzebul.

Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos
serán vuestros jueces.

Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios.
Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos.»
«El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama.
«Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al no encontrarlo, dice: “Me volveré a mi casa, de donde salí.”
Y al llegar la encuentra barrida y en orden.
Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio.» "


Lucas 4, 13:

"Acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno." 


Sabiduría 2, 23-24: 

"Porque Dios creó al hombre para la incorruptibilidad, le hizo imagen de su misma naturaleza; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen."

domingo, 5 de octubre de 2014

El Papa dice que creer en el ángel de la guarda no es una fantasía

2/10/14 1:19 PM.

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http://salutarishostia.files.wordpress.com/2009/09/untitiled-guardian-angel-child-and-cross.jpg

El ángel de la guarda no es una doctrina fantasiosa, sino que es un compañero que Dios nos ha puesto cerca en el camino de nuestra vida. Así lo ha asegurado el papa Francisco en la homilía de la misa celebrada en la Casa Santa Marta del Vaticano, día en el que la Iglesia celebra la memoria de los santos ángeles custodios. Las lecturas del día, explicó el Santo Padre, presentan dos imágenes: el ángel y el niño. Dios ha puesto a nuestro lado un ángel para cuidarnos: «si uno de nosotros creyese que camina solo, se equivocaría mucho», caería «en ese error tan feo que es la soberbia, creer que se es grande», autosuficiente.

Jesús enseña a los apóstoles a ser como los niños, recordó el Papa. «Los discípulos peleaban sobre quién era el más grande entre ellos: había una lucha interna… el arribismo ¿eh?».
«Estos que son los primeros obispos, tenían esta tentación del arribismo. ‘Quiero ser más importante que tú…’. No es un buen ejemplo que los primeros obispos hicieran esto, pero es la realidad. Y Jesús les enseña la verdadera actitud, la de los niños», explicó.
«La docilidad, la necesidad de consejo, la necesidad de ayuda, porque el niño es el símbolo de la necesidad de ayuda, de docilidad para seguir adelante… este es el camino. No quién es más grande», advirtió Francisco.
 «Los que están más cerca de la actitud de un niño, están más cerca de la contemplación del Padre», añadió. Escuchan con el corazón abierto y dócil al ángel de la guarda.

«Todos nosotros, según la tradición de la Iglesia, tenemos un ángel con nosotros, que nos cuida, que nos hace sentir las cosas –prosiguió-. ¡Cuántas veces hemos sentido: ‘Debería hacer esto, esto no funciona, hay que estar atento…’ ¡Muchas veces! Es la voz de nuestro compañero de viaje».
«Estad seguros de que él nos llevará al final de nuestra vida con sus consejos, para esto hay que escuchar sus consejos, no rebelarnos… Porque la rebelión, el deseo de ser independiente, es algo que todos tenemos; es la soberbia, la que tuvo nuestro padre Adán en el Paraíso terrestre: la misma. No te rebeles, sigue sus consejos», invitó.
«Nadie camina solo y ninguno de nosotros puede pensar que está solo», prosiguió el Papa, porque siempre está «nuestro compañero».

«Y cuando nosotros no queremos escuchar su consejo, escuchar su voz, es como decirle: ‘¡Vete, fuera!’. Abandonar al compañero de viaje es peligroso, porque ningún hombre, o mujer puede aconsejarse a sí mismo», indicó. «Yo puedo aconsejar a otro pero no a mí mismo –aseguró-. Está el Espíritu Santo que me aconseja, el ángel de la guarda que me aconseja. Por esto, tenemos necesidad».

«Esta no es una doctrina sobre los ángeles un poco fantasiosa: no, es la realidad –afirmó el Papa-. Es lo que Jesús, lo que Dios ha dicho: ‘Yo mando un ángel que te precede para cuidarte, para acompañarte en el camino y que no te equivoques’». Francisco concluyó así la homilía: «Yo, hoy, quiero preguntaros: ¿Cómo es la relación con mi ángel custodio? ¿Lo escucho? ¿le digo buenos días por la mañana? Le digo: ‘¿Cuídame mientras duermo?' ¿Hablo con él? ¿Le pido consejo?» «Está a mi lado –aseguró-. Esta pregunta podemos responderla hoy, cada uno de nosotros: ¿Cómo es la relación con este ángel que el Señor ha enviado para custodiarme y acompañarme en el camino, y que ve siempre el rostro del Padre que está en los cielos?».

 (Aleteia/InfoCatólica)

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Catecismo de la Iglesia Católica:

334 De aquí que toda la vida de la Iglesia se beneficie de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles.

336 Desde su comienzo hasta la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia y de su intercesión. "Nadie podrá negar que cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducir su vida". Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios.

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Mateo 18, 10:
"Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los
cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos
."

Lucas 16, 22:
"Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. [...]"

Salmo 91, 10-11:
"No ha de alcanzarte el mal, ni la plaga se acercará a tu tienda;
que Él dará orden sobre ti a sus ángeles de guardarte en todos tus caminos."