lunes, 18 de marzo de 2013

Ofrenda a María en la «basílica española»

Las cosas importantes de la vida siempre se comparten con una madre y éso es lo que hizo el Papa Francisco ayer por la mañana. Fue su primer acto público después de su elección, fechada en día 13, un número mariano donde los haya. En el Balcón de la Basílica ya había hecho pública su intención de orar ante la Virgen: «Mañana quiero ir a rezar a la Virgen, para que cuide a toda Roma», aseguró. Por eso ha elegido Santa María la Mayor, una de las cuatro Basílicas Papales de Roma, además de ser la iglesia más antigua y más grande de la ciudad. Para rezarle a la patrona, Nuestra Señora «Salus Populi Romani». Francisco quiso sumarse enseguida a la devoción a esta advocación mariana, la mas querida para los romanos. Pasados apenas cinco minutos de las ocho de la mañana, Francisco descendió de un vehículo de la gendarmería vaticana acompañado por el prefecto de la Casa Pontificia, Georg Gaenswein, y accedió a la basílica por una puerta lateral. Allí fue recibido por el cardenal español Santos Abril y Castelló, arcipreste titular de la Basílica –cuyo protocanónigo es el Rey de España–, los monseñores miembros del Capítulo Liberiano y el cardenal vicario para Roma, Agostino Vallini. Oro de América Esta primera salida oficiosa –que no oficial– del Pontífice ha tenido como escenario un templo al que se conoce como «la basílica de los españoles», ya que fue decorada con el primer oro que Colón trajo de América. En un mismo acto, el Papa ha aunado a su ahora continente de adopción; a su lengua, la española; y a su continente natal. Llevó flores a María, que se encuentra en la capilla paulina, y se las dejó en el altar, acompañado en todo momento por el cardenal español Santos Abril, quien ejerció como anfitrión del Pontífice. Ante la Protectora de Roma, también sede episcopal de Francisco, el recién elegido Papa se arrodilló diez minutos y rezó mientras los presentes guardaban un silencio reverencial; no en vano, estaban siendo testigos privilegiados del primer acto público del Pontífice número 266 de la historia de la Iglesia. Gritos de «Francisco» A su oración se sumaron los frailes dominicos, que son los confesores del templo, y los frailes franciscanos de la Inmaculada, que se ocupan de la Sacristia, así como los miembros del Capitulo Liberiano. Santa María la Mayor alberga uno de los lugares más emblemáticos para la familia jesuita y que más visitó el cardenal Bergoglio en sus viajes a Roma: la capilla donde celebró su primera misa San Ignacio de Loyola en Roma. Allí, la noche de Navidad de 1538, presidió la Eucaristía el fundador de la Compañía de Jesús. En su periplo por Santa María la Mayor, Francisco también se paró ante la tumba de San Pío V, uno de los papas enterrados en la basílica papal. Tras las oraciones, llegó el turno de los saludos. De forma muy cercana, el Pontífice estrechó con ambas manos al Cabildo del templo y a una representación de laicos que son los miembros del Colegio Liberiano y que cooperan en la liturgia de la basílica y en el museo. Y, en ese momento de saludos a los trabajadores, el Papa administró su segunda bendición pública tras la «Urbi et Orbi» que impartió desde el balcón petrino. Un joven cooperador de la Basílica pidió al recién nombrado Papa que bendijera el vientre de su esposa, embarazada de cinco meses. Francisco tocó tiernamente el vientre de la joven y, en silencio, le impartió la bendición. Al salir, de nuevo los fieles mostraron su cariño por Francisco gritando su nombre. El Papa, antes de subir al coche, se paró para saludarles y continuar con una intensa primera jornada en la sede petrina. Fuente: http://www.larazon.es/detalle_normal/noticias/1479500/religion/ofrenda-a-maria-en-la-basilica-espanola#.UUc-CjemeVY

No hay comentarios:

Publicar un comentario