Al presidir hoy el rezo del Ángelus en el cuarto y último domingo de Adviento, a pocos días de Navidad, el Papa Francisco invitó a los fieles a vivir una Navidad “verdaderamente cristiana”, al tiempo que señaló a María y a José como ejemplos de cómo recibir a Jesús en nuestras almas.
El Santo Padre indicó que “hoy, cuarto y último Domingo de Adviento, la liturgia quiere prepararnos a la Navidad, ya a las puertas, invitándonos a meditar el relato del anuncio del Ángel a María. El Arcángel Gabriel revela a la Virgen la voluntad del Señor, que ella se convierta en la madre de su Hijo unigénito: ‘Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo’.
“Fijemos la mirada sobre esta sencilla muchacha de Nazaret, en el momento en que se vuelve disponible al mensaje divino con su ‘sí’; captamos dos aspectos esenciales de su actitud, que es para nosotros modelo de cómo prepararse a la Navidad”. Según cita Radio Vaticano, el Papa destacó “ante todo” la fe de María, “que consiste en escuchar la Palabra de Dios para abandonarse a esta Palabra con plena disponibilidad de mente y de corazón”. “Al responder al Ángel María dijo: ‘Yo soy la sierva del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho’. En su ‘sí’ lleno de fe, María no sabe por cuáles caminos deberá aventurarse, cuáles dolores deberá padecer, cuáles riesgos afrontar. Pero es consciente que es el Señor quien pide y ella se fía totalmente de Él, se abandona a su amor. Ésta es la fe de María”.
Francisco señaló que “otro aspecto es la capacidad de la Madre de Cristo de reconocer el tiempo de Dios. María es aquella que ha hecho posible la encarnación del Hijo de Dios, ‘revelando un misterio que fue guardado en secreto desde la eternidad’”.
María, subrayó el Santo Padre, “ha hecho posible la encarnación del Verbo gracias precisamente a su ‘sí’ humilde y valiente. María nos enseña a comprender el momento favorable en que Jesús pasa por nuestra vida y pide una respuesta rápida y generosa”. “Y Jesús pasa. En efecto, el misterio del nacimiento de Jesús en Belén, que se produjo históricamente hace ya más de dos mil años, se produce como evento espiritual, en el ‘hoy’ de la Liturgia”.
Francisco aseguró que “el Verbo, que encontró morada en el seno virginal de María, en la celebración de la Navidad viene a llamar nuevamente al corazón de cada cristiano. Pasa y llama. Cada uno de nosotros está llamado a responder, como María, con un ‘sí’ personal y sincero, poniéndose plenamente a disposición de Dios y de su misericordia, de su amor”.
“Eh, cuántas veces Jesús pasa por nuestra vida. Y cuántas veces nos envía un ángel. Y cuántas veces no nos damos cuenta, porque estamos tan ocupados e inmersos en nuestros pensamientos, en nuestros asuntos e incluso, en estos días, en nuestra preparación de la Navidad, que no nos damos cuenta que Él pasa y llama a la puerta de nuestro corazón pidiendo acogida, pidiendo un ‘sí’, como el de María”.
El Santo Padre recordó que “un santo decía: ‘Tengo temor de que el Señor pase’. ¿Saben por qué tenía temor? Temor de no darse cuenta y dejarlo pasar”. “Cuando nosotros sentimos en nuestro corazón: ‘Pero yo querría ser más bueno, más buena, me he arrepentido de esto que he hecho’, aquí está precisamente el Señor que llama, que te hace sentir ganas de ser mejor, las ganas de permanecer más cerca de los demás, de Dios”. “Si tú sientes esto, detente. Allí está el Señor. Y ve a rezar, tal vez a la Confesión. A limpiar un poco el orujo. Eso hace bien. Pero acuérdate bien, si tú sientes esas ganas de mejorar, es Él quien llama. No lo dejes pasar”.
El Papa destacó que “en el misterio de la Navidad, junto a María está la silenciosa presencia de San José, tal como es representada en todo pesebre, también en el que pueden admirar aquí, en la Plaza de San Pedro”. “El ejemplo de María y de José es para todos nosotros una invitación a recibir y acoger, con total apertura del alma a Jesús, que por amor se ha hecho nuestro hermano”.
Jesús, dijo, “viene a traer al mundo el don de la paz: ‘En la tierra, paz a los hombres que él ama’, como anunciaron a coro los ángeles a los pastores. El don precioso de la Navidad es la paz, y Cristo es nuestra paz verdadera. Y Cristo llama a nuestros corazones para darnos la paz. La paz del alma. Abramos las puertas a Cristo”.
“Nos encomendamos a la intercesión de nuestra Madre y de San José, para vivir una Navidad verdaderamente cristiana, libres de toda mundanidad, dispuestos a acoger al Salvador, el Dios-con-nosotros”, concluyó.
(ACI/EWTN Noticias)
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"El anuncio del ángel a María": Lc 1, 26-38
"Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.»
María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»
El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.
Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.»
Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue."
"El Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo": Lc 2, 1-19
"Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo.
Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino.
Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta.
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.
Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño.
Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor.
El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»
Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.»
Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado.»
Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.
Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían.
María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón."