lunes, 31 de marzo de 2014

La confesión, al perdonar los pecados, renueva la gracia bautismal

28 marzo, 2014

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El Papa Francisco ha recibido esta mañana en el Aula de las Bendiciones a seiscientos participantes en el curso anual del foro interno de la Penitenciaría Apostólica. Desde hace un cuarto de siglo ese dicasterio ofrece, sobre todo a los sacerdotes recién ordenados y a los diáconos, ese curso para contribuir a la formación de buenos confesores.

En su discurso el Santo Padre ha invitado a los presentes a atesorar la experiencia adquirida para ayudar cada vez más a la Iglesia y a los confesores a desempeñar “el ministerio de la misericordia, que es tan importante” y ha reflexionado con ellos sobre tres puntos claves de la confesión.
“En primer lugar -ha dicho- el protagonista del ministerio de la reconciliación es el Espíritu Santo. El perdón que el sacramento confiere es la vida nueva transmitida por el Señor Resucitado a través de su Espíritu…Por lo tanto, estáis llamados a ser siempre “hombres del Espíritu Santo, testigos y anunciadores, alegres y fuertes, de la resurrección del Señor”. El Obispo de Roma les ha invitado a acoger a los penitentes “no con la actitud de un juez y tampoco con la de un simple amigo, sino con la caridad de Dios… El corazón del sacerdote es un corazón que se conmueve…Si es verdad que la tradición indica el papel doble de médico y de juez de los confesores, no hay que olvidar que cómo médico está llamado a curar y como juez a absolver”.

“Si la Reconciliación transmite la vida nueva del Resucitado y renueva la gracia bautismal -ha explicado abordando el segundo aspecto- vuestra tarea es entonces la de darla generosamente a los fieles. Un sacerdote que no se dedica a esta parte de su ministerio… es como un pastor que no se preocupa por las ovejas que se han perdido…¡La misericordia es el corazón del Evangelio¡ Es la buena nueva de que Dios nos ama, de que ama siempre al pecador y con este amor lo atrae hacia sí y lo invita a la conversión. No olvidemos que, a menudo, a los fieles les cuesta trabajo confesarse, sea por motivos prácticos, sea por la dificultad natural de confesar a otro hombre los pecados propios. Por eso es necesario trabajar sobre nosotros mismos, sobre nuestra humanidad, para que no representemos nunca un obstáculo sino para que favorezcamos siempre el acercamiento a la misericordia y al perdón.. ¡La confesión no es un tribunal de condena, sino una experiencia de perdón y misericordia!”.

Por último, Francisco, se ha referido a las dificultades que, con frecuencia, encuentra la confesión. “Las razones son tantas, sea históricas como espirituales. Sin embargo, sabemos que el Señor quiso regalar este don inmenso a su Iglesia, ofreciendo a los bautizados la seguridad del perdón del Padre. Por eso es muy importante que en todas las diócesis y comunidades parroquiales se preste mucha atención a la celebración de este sacramento de perdón y salvación. Es importante que en todas las parroquias los fieles sepan cuando pueden encontrar disponibles a los sacerdotes: cuando hay fidelidad, se ven los frutos”.

martes, 18 de marzo de 2014

No seamos como el hipócrita que no tiene necesidad del Señor

18 de marzo, 2014

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La Cuaresma es un tiempo para “ajustar la vida”, “para acercarse al Señor”. Lo subrayó el Papa Francisco esta mañana en su homilía de la Misa celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta. El Santo Padre hizo una advertencia a no sentirse “mejor que los demás”. Y dijo que los hipócritas, “se disfrazan de buenos” y no comprenden que “nadie es justo por sí mismo”, puesto que todos “tenemos necesidad de ser justificados”.

Con la palabra conversión el Papa Francisco comenzó su homilía, subrayando que se trata de la palabra clave de la Cuaresma, tiempo propicio “para acercarse” a Jesús. Y comentando la primera Lectura, tomada del Libro de Isaías, observó que el Señor llama a la conversión a dos “ciudades pecadoras” como Sodoma y Gomorra. Lo que evidencia que todos “tenemos necesidad de cambiar nuestra vida”, mirar “bien en nuestra alma” donde siempre encontraremos algo. La Cuaresma, añadió, es precisamente esto, “ajustar la vida”, acercándonos al Señor. Porque Él, dijo el Papa, “nos quiere cerca” y nos asegura que “nos espera para perdonarnos”. Sin embargo, añadió, el Señor quiere “un acercamiento sincero” y nos pone en guardia para no ser hipócritas: “¿Qué hacen los hipócritas? Se disfrazan, se disfrazan de buenos: ponen cara de imagencita, rezan mirando hacia el cielo, haciéndose ver, se sienten más justos que los demás, desprecian a los demás. ‘Pero – dicen – yo soy muy católico, porque mi tío es un gran benefactor, mi familia es ésta, y yo soy… he aprendido… conocido a tal obispo, a tal cardenal, a tal padre… Yo soy…’. Se sienten mejores que los demás. Ésta es la hipocresía. El Señor dice: ‘No, eso no’. Ninguno es justo por sí mismo. Todos tenemos necesidad de ser justificados. Y el único que nos justifica es Jesucristo”.

Por esta razón, añadió el Papa, debemos acercarnos al Señor: “Para no ser cristianos disfrazados, que cuando pasa esta apariencia, se ve la realidad, es decir que no son cristianos”. Ante la pregunta de cómo hacer para no ser hipócritas y acercarnos al Señor, Francisco dijo que la respuesta nos la da el mismo Señor en la primera Lectura cuando dice: “Lávense, purifíquense, alejen de mis ojos el mal de sus acciones, dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien”. Ésta es la invitación. Y al preguntar cuál es el signo que indica que vamos por el buen camino, el Papa dijo: “‘Socorran al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan la causa de la viuda’. Ocúpense del prójimo: del enfermo, del pobre, del que tiene necesidad, del ignorante. Ésta es la piedra de parangón. Los hipócritas no saben hacer esto, no pueden, porque están tan llenos de sí mismos que están ciegos para mirar a los demás. Cuando uno camina un poco y se acerca al Señor, la luz del Señor le hace ver estas cosas y va a ayudar a los hermanos. Éste es el signo, éste es el signo de la conversión”.

El Papa observó que ciertamente “no es toda la conversión”, eso es, en efecto, “el encuentro con Jesucristo”, pero “el signo de que nosotros estamos con Jesucristo es éste: atender a los hermanos, a los pobres, a los enfermos, como el Señor nos enseña” y como leemos en el capítulo 25 del Evangelio de Mateo: “La Cuaresma es para ajustar la vida, organizar la vida, cambiar la vida, para acercarnos al Señor. El signo de que estamos lejos del Señor es la hipocresía. El hipócrita no tiene necesidad del Señor, se salva por sí mismo, así piensa, y se viste de santo. El signo de que nosotros nos acercamos al Señor con la penitencia, pidiendo perdón, es que nosotros cuidamos a nuestros hermanos necesitados. Que el Señor nos de a todos luz y coraje: luz para conocer lo que sucede dentro de nosotros y coraje para convertirnos, para acercarnos al Señor. ¡Es hermoso estar cerca del Señor”!

Infovaticana/Radio Vaticana

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"Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga." (Mt 6, 5)

"Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga." (Mt 6, 16)

"«Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: “¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias.” En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!" Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.»" (Lc 18, 10-14)



miércoles, 5 de marzo de 2014

El Papa inicia la Cuaresma (Miércoles de ceniza, 2014)

5 marzo, 2014.

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Este miércoles de Ceniza, el Papa Francisco, rodeado de miles de fieles y peregrinos, inició en Roma el itinerario cuaresmal: “tiempo fuerte de conversión, para vivir con mayor profundidad el bautismo.” Radio Vaticana nos trae el texto completo de la catequesis del Papa:
 
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, Miércoles de Ceniza, comienza el itinerario cuaresmal de cuarenta días que nos conducirá al Triduo pascual, memoria de la pasión, muerte y resurrección del Señor, corazón, centro del misterio de nuestra salvación. Y la cuaresma nos prepara a este momento tan importante y por ello la Cuaresma es un tiempo “fuerte”, un punto de viraje que puede favorecer en cada uno de nosotros el cambio, la conversión, todos nosotros tenemos necesidad de mejorar, de cambiar en positivo, y la cuaresma nos ayuda. Y así salimos de los hábitos cansados y del perezoso acostumbrarse al mal que nos insidia. En el tiempo cuaresmal la Iglesia nos dirige dos importantes invitaciones: tomar conciencia más viva de la obra redentora de Cristo; vivir con mayor empeño el propio Bautismo.

La conciencia de las maravillas que el Señor ha obrado por nuestra salvación dispone nuestra mente y nuestro corazón a una actitud de gratitud hacia Dios, por todo lo que Él nos ha donado, por todo aquello que cumple a favor de su Pueblo y de la humanidad entera. De aquí parte nuestra conversión: ella es la respuesta reconocida al misterio estupendo del amor de Dios. Cuando nosotros vemos este amor que Dios tiene para nosotros, sentimos las ganas de acercarnos a él y esta es la conversión.

Vivir el Bautismo hasta el fondo – esta es la segunda invitación – significa no acostumbrarse a las situaciones de degrado y de miseria que encontramos caminando por las calles de nuestras ciudades y de nuestros países. Está el riesgo de aceptar pasivamente ciertos comportamientos y de no sorprendernos frente a las tristes realidades que nos rodean. Nos acostumbramos a la violencia, como si fuese una noticia cotidiana descontada; nos acostumbramos a hermanos y hermanas que duermen en la calle, que no tienen un techo para protegerse. Nos acostumbramos a los prófugos en busca de libertad y dignidad, que no son acogidos como se debe. Nos acostumbramos a vivir en una sociedad que pretende menospreciar a Dios, en la que los padres no enseñan más a los hijos a rezar ni a hacerse la señal de la cruz. Yo les pregunto: sus hijos, sus niños ¿saben hacerse el signo de la cruz? Piensen. ¿Sus nietos saben hacerse el signo de la cruz? ¿Se lo han enseñado? Piensen y respóndanse en su corazón. ¿Saben rezar el padrenuestro, saben rezar a la Virgen con el Avemaría? Y respóndanse ustedes. Este acostumbrarse a comportamientos no cristianos y de comodidad ¡nos narcotiza el corazón!

La Cuaresma nos llega como un momento providencial para cambiar ruta, para recuperar la capacidad de reaccionar ante la realidad del mal que siempre nos desafía. La Cuaresma se debe vivir como tiempo de conversión, de renovación personal y comunitaria a través del acercamiento a Dios y de la adhesión confiada al Evangelio. De esta manera también nos permite mirar con nuevos ojos a los hermanos y sus necesidades. Por ello la Cuaresma es un tiempo propicio para convertirse al amor al prójimo; un amor que sepa hacer propia la actitud de gratuidad y de misericordia del Señor, que «se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza» (cf. 2 Cor 8,9) . Meditando sobre los misterios centrales de la fe, la pasión, la cruz y la resurrección de Cristo, nos damos cuenta de que el don sin medida de la Redención se nos ha dado por la iniciativa gratuita de Dios.

Acción de gracias a Dios por el misterio de su amor crucificado; fe auténtica; conversión y apertura del corazón a los hermanos: éstos son los elementos esenciales para vivir el tiempo de la Cuaresma. En este camino, queremos invocar con especial confianza la protección y la ayuda de la Virgen María: Que sea Ella, la primera creyente en Cristo, la que nos acompañe en los días de intensa oración y de penitencia, para llegar a celebrar, purificados y renovados en el espíritu, el gran misterio de la Pascua de su Hijo. 

Gracias.